El anuncio del presidente Daniel Noboa de que convocará a una Asamblea Constituyente para redactar una nueva Constitución, ha generado, como no puede ser de otra manera, un intenso debate en el país.
Y como ahora, todo el que tiene un teléfono móvil se precia de saberlo todo y opinar sobre todo, el debate ya no se queda en niveles académicos o intelectuales, sino que se ventila también en chats de amigos y redes sociales, en los que cualquiera se cree constitucionalista, y, por supuesto, estratega político experimentado.
Debo aclarar que lo mío no es crítica; simplemente la narración de una realidad, que cada lector de esta columna está en la libertad de interpretarla como le parezca.
Dicho esto, a partir de hoy voy a procurar transmitir mi opinión respecto del mencionado anuncio del presidente Noboa.
Sí a la constituyente. Sí porque luego de 17 años debemos dar vuelta a la página a esa camisa de fuerzas que en Montecristi le pusieron al Ecuador. Sí porque son tantas las reformas que requerimos que se empantanarían el tedioso camino previsto en la Constitución, atado a los estados de ánimo y niveles de aceptación del Gobierno, a los intereses coyunturales de la Asamblea Nacional y a la cintura y taras ideológicas de la Corte Constitucional. Sí porque debemos contar con una Constitución que sea un instrumento de progreso y desarrollo para el país, y no una muralla de declaraciones románticas y chauvinistas contra la que se estrellan valiosas oportunidades para los ecuatorianos.
Sí porque no podemos seguir con una Constitución en las que existen ciudadanos de primera y de segunda categoría; una Constitución que permite el saqueo de los fondos de los afiliados al Seguro Social y que pone de rodillas a los gobiernos seccionales para mendigar por los fondos que por ley le corresponden.
Sí porque no podemos seguir interpretando mil veces normas absurdas e imprácticas, que generan crisis políticas, ni con una Corte Constitucional intocable, convertida en la última palabra de todo; porque no podemos seguir con un Tribunal Contencioso Electoral capaz de arrasar con todo, en época electoral.
Porque tenemos que repensar muy bien la estructura del poder electoral, la dinámica de la elección de autoridades y los requisitos para ejercer ciertos cargos públicos que son vitales para la democracia y el funcionamiento del Estado.
Porque no es como dicen por allí algunos “genios” de la estrategia política, que si el Gobierno no tiene mayoría en la constituyente, el remedio puede ser peor que la enfermedad. Repetir como loros tamaña barbaridad es no haber entendido Nada del paso del correísmo por el poder. Es no entender que no porque la Constitución del 2008 se haya hecho a la medida de Rafael Correa, la nueva debe ser a la medida de Daniel Noboa. Acá no somos sastres ni tenemos emperador. Tenemos un joven presidente que quiere elegir (supongo) a los ecuatorianos más preparados y experimentados para redactar una nueva Constitución. Y esa elección dependerá en gran medida del estatuto que el Gobierno proponga, cuando consulte al soberano.
Seguiremos comentando. (O)