¿Deben los electores tomar en cuenta la posición de cada uno de los candidatos presidenciales respecto del Gobierno venezolano o, en realidad, ese es un tema sin trascendencia que debería ser totalmente excluido del análisis electoral? En esa línea hay quienes sostienen que siendo la situación de nuestro país grave y complicada, entretenerse en cualquier reflexión sobre Venezuela no es consecuente con nuestra problemática realidad. En otras palabras, allá los venezolanos y cualquier criterio sobre lo que ha pasado con Nicolás Maduro y su farsa electoral no debería preocuparnos, menos aún incidir en una decisión electoral.
En días pasados circuló una entrevista que realizó el periodista Fernando Del Rincón, de la cadena CNN, a Luisa González, en la cual ella prefirió no emitir un pronunciamiento claro sobre el infame gobierno de Maduro; a pesar de las insistencias del periodista, la candidata presidencial simplemente señaló que Venezuela “sabrá cómo lleva su vida y su democracia”. No faltaba más. A fin de cuentas, el movimiento político al cual pertenece Luisa González ha mantenido una posición muy cercana al ideario del socialismo del siglo XXI, con plena identificación con Hugo Chávez y Nicolás Maduro, por lo que esperar un criterio diferente por parte de la candidata resultaría a estas alturas iluso; aún más la posición de Rafael Correa ha sido categórica, habiendo tomado una postura definida ante la consulta de que si en un eventual gobierno de su movimiento se reconocería o no a Nicolás Maduro como presidente de Venezuela. El expresidente fue enfático al señalar: “¿Y por qué no lo vamos a reconocer?”, en alusión directa a Maduro, lo que ratifica su relación estrecha con el dudoso gobernante venezolano.
Es decir, para que no queden dudas, si es que Luisa González llegase a ser la próxima presidenta de la República, es evidente que más allá de reconocer a Maduro como legítimo gobernante, la relación entre ambos gobiernos sería fluida y participativa.
Ahora bien, ¿la constatación de dicha realidad debería ser un factor que determine el voto de los electores? En ese punto, creo que sería importante diferenciar dos aspectos: uno se refiere a la opinión mayoritaria que tienen los ecuatorianos respecto de Maduro y el otro qué tanto importaría esa opinión al momento de tomar una decisión electoral. Es decir, creo que la gran mayoría de ecuatorianos tiene una opinión totalmente desfavorable de Maduro, pero para ser honestos, qué tanto le importa al electorado que el próximo presidente tenga esa identificación o distancia del Gobierno venezolano.
Lo que ocurre es que más allá de esa reflexión, es indudable que la vocación antidemocrática de Maduro y la posibilidad de que “su modelo” sea tomado en cuenta como referencia, sí constituye un riesgo con mayor razón si analiza la forma tan tramposa de alteración de un resultado electoral lo que le ha permitido a Maduro seguir gobernando ese país violentando fundamentos claros de la vivencia democrática.
Maduro es tóxico y cualquier cercanía con su modelo político también lo es. (O)