Los próximos meses vienen acompañados de asociaciones placenteras. Pensamos en “feriados”, “días libres” y “descanso” para apaciguar el largo recorrido que todavía nos espera. El cronograma escolar se cierra en la Costa y empieza el anhelado tiempo vacacional. Asumo que, para quienes tienen los medios para costear la recreación, es el tiempo idóneo de los viajes familiares. Por otro lado, es el momento ideal para que los niños y jóvenes se dediquen a actividades variadas, practicar deportes, intentar el aprendizaje de un instrumento o conectarse con hobbies que alimentan las mentes despiertas y demandantes.

Sabemos que quienes cuentan con entornos privilegiados pueden acercarse a dichas oportunidades. Y las ocupaciones de este tipo y con acceso gratuito dependen de la gestión pública y la voluntad local para mantenerse. Sé que la Dirección de Deportes del Municipio de Guayaquil organiza una serie de programas para que los niños y niñas puedan tener la ocasión de practicar una variedad de deportes. Son tantas las formas de poder servir a la ciudadanía que sería una pena descontinuar estas estrategias de cohesión social, porque sin duda ayudan a que la población encuentre recreación y sostenimiento frente a los escenarios adversos. Esto por solo mencionar una de las tantas posibilidades de una gestión responsable que piense en el beneficio de las personas.

¿Cuándo cae el feriado de Carnaval en 2023?

Hemos pasado por unas recientes elecciones cuyos resultados no sorprenden. Somos testigos de los cambios y de las transformaciones de nuestras ciudades. ¿Cómo podemos disfrutar de ellas si vivimos sabiendo que debemos actuar con cautela y precaución? Cualquiera de nosotros merece descanso frente al agotamiento psíquico en que nos vemos inmersos; sin embargo, resulta difícil desconectarse de los problemas reales, pues afectan nuestra convivencia. La expresión jocosa “Ya llévame, diosito” encierra connotaciones tan humanas y simbólicas que se me hace difícil tomarla a la ligera. Cualquiera que enfrenta los embates de la vida en contextos como los nuestros sabe que imaginar días mejores resulta un esfuerzo en el que muchos no podemos embarcarnos. Hace tiempo se dejó de creer en las promesas de los políticos y jefes de turno, sea o no con rostros de nuevas autoridades.

Aquí seguimos recuperándonos en las palabras y cercanías de quienes comparten los miedos e ilusiones. Creemos en las construcciones colectivas y en el intercambiar recuerdos con nuestros pares o seres queridos. Al fin y al cabo, en la memoria se encuentran muchas de las formas que mantienen con vida nuestras ciudades. Los relatos sobre lugares seguros, veredas ordenadas y calles llenas de árboles, confieso, los he convertido en las historias que me gustan escuchar. Caminar con seguridad y desplazarnos libremente también forman parte de las necesidades esenciales que cualquier ciudadano tiene.

El panorama actual, tan adverso y lleno de inestabilidad política, demanda atención y compromiso. El fracaso de las autoridades lo llevamos en peso los ecuatorianos. Será difícil vivir arrebatados por el ocio y las oportunidades de descanso. Las vacaciones son necesarias, pero a qué costo. (O)