El otrora país más rico de Latinoamérica vive desde 1999 el embuste del socialismo del siglo XXI, el pueblo está en constante incertidumbre, especialmente por la escasez que llena de angustia a los venezolanos porque es una odisea encontrar medicinas, alimentos básicos (leche, carne, harina, azúcar), incluso papel higiénico y hasta jabón; los servicios públicos (luz, agua, etc.) son una calamidad, a esto se suman las penurias para conseguir gasolina.

Chamo, ¿qué haces aquí?

El mentor del embuste fue el desaparecido Hugo Chávez, quien en una progresiva y acelerada mutación ideológica definió a las Fuerzas Armadas Bolivarianas como “antiimperialistas, revolucionarias y socialistas”. La consigna “Patria socialismo o muerte” fue adoptada desde 2007 por los militares venezolanos, como simbólica expresión para todos sus actos oficiales, pero principalmente para saludar a Chávez en su condición de mandamás de sus incondicionales. “Patria o muerte” y “Socialismo o muerte” eran consignas que ya había implantado en Cuba su maestro político Fidel Castro. La influencia del gobierno comunista cubano ha sido permanente, buena parte de los militares venezolanos hacen cursos de entrenamiento militar y de adoctrinamiento ideológico en Cuba y Rusia.

Luisa te venezuelaniza

Desde el inicio, para afianzarse en el poder, Hugo Chávez corrompió a los militares y se ganó su incondicionalidad. El heredero del poder, Nicolás Maduro, no solo que siguió con la misma tónica de la corrupción, fue más allá, los prostituyó.

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Nicolás Maduro se siente seguro junto a su lugarteniente, el todopoderoso Diosdado Cabello, quien tiene el verdadero control de las Fuerzas Armadas. La incondicionalidad de los militares no es gratuita, manejan las grandes empresas petroleras y de sus derivados, son ministros de Estado, embajadores, rectores de universidades, manejan la distribución de alimentos y un fabuloso mercado negro que les deja ingentes “ganancias” que engrosan sus faltriqueras.

Desde el inicio, para afianzarse en el poder, Hugo Chávez corrompió a los militares y se ganó su incondicionalidad.

En Venezuela hay más generales y almirantes que soldados, con privilegios y canonjías sin límite y que han amasado grandes fortunas. Para mantener esos privilegios, las fuerzas militares se han convertido en las más represivas; además, han permitido a bandas de delincuentes armados que operen con total impunidad como las llamadas células de “militantes revolucionarios” y las Redes de Movilización Inmediata (REMI), que operan para amedrentar violentamente a quienes se “atreven” a reclamar por alimentos, medicinas, democracia, justicia y libertad; además, mantienen una poderosa red de informantes para delatar a los opositores desde los Comités para la Defensa de la Revolución (CDR), las Milicias Populares y un Servicio de Inteligencia que está bajo el control y mando de militares cubanos.

Frente a esta terrible situación no es de extrañarse que hayan abandonado su país más de siete millones de venezolanos, el mayor éxodo humano de toda la historia de Latinoamérica, prácticamente es invivible tener una inflación acumulada de más de un millón por ciento y un salario de menos de cinco dólares al mes.

Este es el paraíso que de acuerdo con la candidata del correísmo “tiene mejores condiciones de vida que en Ecuador”. (O)