Por desgracia, el Gobierno desde el inicio de su mandato ha estado en la “vía a la cruz”, en parte por sus propios errores y dubitaciones y, sobre todo, por la permanente amenaza de una oposición sedienta de poder y de venganza, dirigida y monitoreada desde Bélgica.

El avispero se ha levantado con más fuerza desde la noche del jueves 30 de marzo, durante la cadena nacional el presidente Guillermo Lasso defendió su reputación y el de su familia, sin duda que es su legítimo derecho, pero hay que recordar que todo ciudadano, hombre o mujer, que voluntariamente asume responsabilidades, especialmente públicas, está bajo el escrutinio público y haga lo que haga, en bien o en mal, siempre tendrá oficiosos detractores, con razón se dice “no somos monedita de oro para caer bien a todo el mundo”.

Inició el trámite del juicio político contra Guillermo Lasso en la Comisión de Fiscalización

¿Qué efectos podría causar el porte de armas de la sociedad civil en Ecuador?

En este punto, también es necesario exigir respeto a la máxima autoridad del país, no se puede permitir que cualquier hijo de vecino, a guisa de libertad de prensa, le espete cualquier procacidad y suelto de huesos le diga hasta “enclenque” y no pase nada.

La situación del país es cada vez más grave y abona a esa gravedad la situación política y de inseguridad; el juicio político seguido contra el presidente de la República para, una vez más, tratar de despojarle de su mandato, no es más que un acto de venganza de la conspiración endémica localizada en la Asamblea. El mandatario muchas veces ha sido dubitativo y no ha sabido escoger bien a sus colaboradores, su entorno ha estado cercado por incondicionales, sus antiguos empleados que no eran capaces de decirle lo que debía saber, seguramente por temor reverencial le decían lo que quería oír. Los desaciertos han sido continuos, por ejemplo, el nombramiento del nuevo canciller. En un mundo globalizado, lleno de complejidades en la relación de los Estados, es necesario nombrar a un buen profesional de la diplomacia que con seguridad existe en la Cancillería.

La situación del país es cada vez más grave y abona a esa gravedad la situación política y de inseguridad...

La inseguridad por la despiadada acción del crimen organizado transnacional, el narcotráfico y la delincuencia común, es responsabilidad del Estado combatirla. Las autoridades del país en todos los niveles y la ciudadanía formamos parte del Estado, debemos hacer los esfuerzos necesarios para organizarnos y unidos luchar contra estas amenazas.

El Gobierno dispone de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional para combatir la inseguridad, pero requieren se les dote de armamento y equipo para que cumplan su misión; paralelamente, el mandatario tiene que poner todo el esfuerzo para resolver los problemas sociales que abonan a la inseguridad, reactivando la economía y creando puestos de trabajo, dotando de medicinas y equipos médicos a los hospitales y la obra pública, que con el crudo invierno se ha deteriorado aún más.

Con insistencia se ha venido presionando para que el Gobierno autorice el porte de armas de uso civil; hay que recordar que la tenencia estuvo siempre autorizada, un ciudadano puede disponer hasta de dos armas, en su domicilio u oficina; el porte de armas estuvo restringido, con el decreto presidencial se abre el libre uso de armas para la población civil, bajo estrictos requisitos; ojalá el remedio no resulte peor que la enfermedad. (O)