Albert Einstein (1879-1955), físico alemán nacionalizado estadounidense y Sigmund Freud (1856-1939), médico neurólogo austriaco padre del psicoanálisis, los dos de origen judío, intercambiaron cartas en julio de 1932. El físico hizo las preguntas: “¿Por qué la guerra? ¿Existe un medio de librar a los hombres de la amenaza de la guerra? ¿De canalizar la agresividad del ser humano y armarlo mejor psíquicamente contra sus instintos de odio y de destrucción?”.

Nuestra ley dice que no hay pena de muerte, pero los carteles imponen la pena de muerte...

El psicoanalista respondió: “Los conflictos de intereses que surgen entre los hombres se resuelven por la violencia. Así sucede en todo el reino animal, del que no podría excluirse al hombre. En los orígenes, en una horda poco numerosa, la superioridad de la fuerza física decidía lo que debía pertenecer a uno u otro. La fuerza física va a ser secundada y pronto remplazada por el recurso a las armas: saldrá victorioso el que posea las mejores o el más diestro en su manejo. El “apetito político de poder” se nutre a menudo de las actividades de otro grupo cuyas aspiraciones tienen un carácter puramente material y económico”.

La invasión de Rusia a Ucrania demuestra claramente que líderes siniestros llevan a la estupidez masiva de autodestruirse por medio del uso violento de las armas y que la paz es un enunciado. La guerra se repite a través de la historia humana: ciudades arrasadas; muertes de niños, mujeres y hombres e inclusión de otros países a nivel regional y mundial. Los europeos crean organismos para vivir en paz y armonía, pero de acuerdo con la historia occidental han sido los más guerreros y su sangre ha delimitado sus fronteras.

Ecuador también ha sido afectado económicamente por esta guerra, pero lo que más nos impacta es la guerra narco con las crecientes acciones violentas del crimen organizado mundial, regional y local. El ministro de Gobierno en la Asamblea dijo: que en Ecuador están operando carteles de la droga europeos, asiáticos, africanos, mexicanos y colombianos, por supuesto, enlazados con nacionales como Lobos, Choneros, Tiguerones y otros. Los jefes tienen una sola política ‘plata o plomo’ y deciden expandir su territorio comprando o ejecutando a quienes se opongan, incluye autoridades, en una sinfonía de dinero, bala y sangre.

Nuestra ley dice que no hay pena de muerte, pero los carteles imponen la pena de muerte, está demostrado por las numerosas y masivas ejecuciones, en las cárceles del país, de personas privadas de la libertad por cualquier delito menor o mayor, juzgados culpables o inocentes en el limbo jurídico. Los sicarios extienden la pena de muerte en las calles, ejecutando a relacionados con el narco o agentes del orden que son obstáculo para sus actividades, también caen personas inocentes como víctimas colaterales.

La violencia en la guerra Rusia-Ucrania y en el Ecuador se incrementa, demostrando que la estupidez humana existe materializada en el odio, venganza y codicia. En Ecuador la pena de muerte existe. Einstein concluyó en algún momento: “Hay dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana. Y del universo no estoy seguro”. ¡Hasta la próxima ejecución indiscriminada! (O)