El sueño de los ecuatorianos en llegar más lejos en el Mundial de Fútbol Qatar 2022 –incluso de poder mejorar la actuación de 2006 en octavos de final– acabó. Pero queda la ilusión de una generación que tiene mucho futuro para alcanzar nuevos logros deportivos.

Al país solo le queda agradecer a todos los jugadores de la Selección y al profesor Gustavo Alfaro por la emoción, las alegrías, las risas, los festejos y la algarabía que llenaron a la población por más de dos semanas. Sirvieron como un bálsamo para el alma de un pueblo agobiado por la inseguridad, la violencia y la perenne inestabilidad política.

Queda pensar también en la continuidad de un proceso, admirado local e internacionalmente, con miras a la Copa América del 2024 y a las eliminatorias para el Mundial en Norteamérica en el 2026. La Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) tendrá la tarea de convencer a Alfaro de esa idea, puesto que el técnico ya anunció que aún duda de continuar o pausar su carrera en el fútbol.

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En resumen, esta prueba le aportará experiencia a un equipo que en promedio era el tercero de menor edad en el torneo, con 25 años y seis meses, solo superado por Ghana con 25 años y 109 días, y Estados Unidos con 25 y 215 días.

Pese al resultado, la cuarta aparición mundialista nos deja un buen sabor. Eso sí, debemos ser más serios con los temas legales alrededor del deporte y de los jugadores –algo que también es responsabilidad de los equipos, representantes y autoridades locales–, para que no se repitan cuestionamientos desde organizaciones internacionales inobjetables, como el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS por sus siglas en francés), que ya nos quitó tres puntos de los que podamos lograr en las próximas eliminatorias.

En tanto, los fanáticos del fútbol seguirán disfrutando de la Copa del Mundo apoyando ahora a la selección que más cercana sientan por distintas razonas. La fiesta del fútbol, aunque con polémica por donde se realiza, continúa. (O)