Viajar por la selva del Darién, para intentar llegar a Estados Unidos, no es una buena opción, confiesan dos de los 30 ecuatorianos que fueron deportados desde Panamá. Los que se atreven a hablar son pocos, pero sus historias son dramáticas.

“En medio de la selva aparecen unos hombres encapuchados. Dicen por allá que son los mismos indios que viven allí. Ellos te piden plata, te roban todo; allí secuestran y violan a las mujeres”, dice un hombre que alega haber vivido la peor experiencia de su vida.

Esto contrasta con los deportados, hace unas semanas, que cruzaban por la frontera de México hacia Estados Unidos. Ellos también tienen historias dramáticas, pero algunos dicen que lo volverán a intentar.

Publicidad

Es doloroso que compatriotas tengan que exponerse a riesgos e invertir altas sumas de dinero con traficantes de personas para buscar oportunidades que sienten se cerraron en su propio país.

Es complejo hablar de soluciones, para eso están las autoridades que cuando buscaron un voto prometieron tener planes para mejorar la seguridad y generar empleo. Es cierto que no hay acciones mágicas ni de la noche a la mañana, mas resulta incomprensible que en lugar de unir esfuerzos y propuestas, los políticos estén concentrados en la campaña preelectoral para los comicios de 2025.

Los llamados coyoteros siguen aprovechando la angustia de quienes ante distintas circunstancias deciden armar maletas y dejarlo todo, sin que la justicia llegue para los que han hecho de esto un negocio e incluso dejan abandonados a los migrantes. La actividad ilícita de traficar con personas requiere de sanciones para frenar los riesgos y engaños.

Publicidad

Las campañas informativas advirtiendo de los riesgos de viajar irregularmente son escasas. Al contrario, en las fronteras de boca en boca se recomienda a quienes aseguran pasar la selva, sin el más mínimo control policial a esto. Evitar posibles desgracias también es obligación de las autoridades y, claro, de los ciudadanos que toman el camino. (O)