Una joven con la condición de síndrome de Down acaba de sustentar su proyecto investigativo que le permite graduarse en la carrera de Trabajo Social de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí. Su historia no está libre de discrimen, prejuicios de terceros, pero también de esfuerzo, perseverancia de ella y su familia.

Para la madre de María Eliza Delgado no fue sencillo conseguir una escuela que acogiera a su hija. En Ecuador hay 15.997 instituciones educativas habilitadas; de estas, 130 son parte del Servicio Educativo Especializado, esto significa que tienen programas de atención para alumnos con discapacidad, según datos del 2023 de los ministerios de Educación y de Salud recogidos por el proyecto Voces Emergentes.

En un reportaje, publicado en este Diario, Nancy Pinargote contó que cuando su hija María Eliza tenía 4 años en un plantel se negaron a recibirla argumentando que los otros padres “no lo aceptarían”. La mujer siente gratitud con el colegio Río de Aguas Vivas en Manta, donde la joven se graduó.

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La incorporación a la educación regular de personas con síndrome de Down y otras condiciones es cada vez más frecuente en el mundo. No se puede negar que es posible el requerimiento de más atención y por ello es necesaria la educación especial, pero la realidad también demuestra que se adaptan a los sistemas y además se forma a todos los seres humanos contra el discrimen.

En el Ecuador ya se cuentan profesionales en diversas áreas a los que el síndrome de Down no ha frenado. La Universidad Casa Grande tiene un programa para personas con limitaciones cognitivas y otras universidades también abren sus puertas a estudiantes con distintas condiciones.

Corresponde al Ministerio de Educación y a la Secretaría de Educación Superior (Senescyt) ofrecer las herramientas que faciliten la educación de todos. Historias como las de María Eliza deben ser inspiración e impulso para seguir en el camino de la inclusión educativa y profesional. (O)