El caso de intento de secuestro que padeció una joven de 17 años cuando se dirigía a su colegio por la mañana, el pasado lunes, del que pudo librarse gracias a que supo actuar de manera asertiva para pedir ayuda, ha sido una de las noticias más leídas de las últimas horas, felicitando la actuación de la joven, quien fue interceptada por un hombre que intentó llevársela con amenazas. Las acciones quedaron registradas en cámaras de vigilancia del sector, en el sur de la ciudad de Guayaquil.

La menor pidió ayuda disimuladamente. Con posterioridad relató que tocó a una mujer cuando pasó a su lado para llamar su atención y con la mano le hacía señas; la mujer alertada junto con su padre intervinieron y la joven pudo huir de su captor. El innato sentido de protección humano hacia los congéneres dicta prestar ayuda a quien está en peligro, pero no siempre ocurre así. En este caso, la felicitación y el reconocimiento también caben para las personas que le brindaron respaldo a la menor y evitaron tal vez un desenlace trágico.

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Moradores del sector donde ocurrió el intento de secuestro dijeron que hace un par de semanas, otra joven contó que un hombre trató de llevársela también bajo amenazas. Ante el riesgo creciente al que están expuestos niños y adolescentes, en torno a las unidades educativas se ha dispuesto la presencia de policías y metropolitanos, y en muchos hogares se ha tomado la precaución de acompañar a los estudiantes hasta los planteles.

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Sin embargo, ese tipo de previsiones no son posibles para todos los casos, por lo que se vuelve necesario discutir como sociedad cómo estar alerta y en calidad de ciudadanos solidarios prepararse para saber cómo actuar en situaciones similares.

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De manera adicional, se debe generar conciencia sobre la importancia de denunciar ante la Fiscalía este tipo de hechos, para que sean pesquisables, confiriéndoles a tales casos la importancia debida para así lograr sanciones que desincentiven la replicación de este tipo de delitos que contribuyen a la zozobra social. (O)