El bono a las familias más pobres del Ecuador es un dinero que otorga el gobierno para ayudarles en sus necesidades básicas.

Ciudadanos lamentan que antes que dar bonos o regalos, los gobernantes deben asegurar educación, salud y trabajo dignos; y no atacan el problema del desempleo y la incultura. (I)

Alfredo Ludeña Valdiviezo

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Otorgando regalos, bonos o subsidios de ninguna manera se hace prosperar a la población más desposeída, ni tampoco prospera el país que los otorga, sobre todo el nuestro.

Los bonos son como pañitos de agua fría en la frente para aliviar la fiebre, pero no curan la infección. Deberían ser focalizados a los que más necesitan, por ejemplo, como es el bono solidario, y debería actualizarse cada año. De la misma manera los subsidios a los combustibles solo se deberían focalizar con el diésel, que es usado por el transporte público y los sectores productivos, la gasolina debería mantenerse sin subsidios. Para dar subsidios o bonos a la población, habría que buscar de dónde saldrá ese dinero para regalarlo, por lo que habría que quitar a unos para entregar a otros, o lo más fácil, buscar a qué sector productivo imponer nuevos impuestos; y eso conlleva a que este rubro sea trasladado al costo final de los productos, es decir que todos tendríamos que pagar más, pero los más perjudicados serán los que menos tienen. Otorgar bonos o regalos hace que la mano de obra se encarezca, por lo que muchos se conforman con lo poco que reciben del bono y no buscarían trabajo como sucede desde hace mucho tiempo en Cuba, Venezuela y más países. (O)

Álex León Ramírez

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Lamentablemente, nuestros gobernantes no atacan al problema más grave, que es el desempleo que aqueja y se ha acentuado en gran parte de nuestra sociedad y que en la actualidad asciende al 10% de la población.

Los trabajadores aspiran a obtener un empleo adecuado y les permita tener la satisfacción de utilizar en la mejor forma posible sus habilidades y conocimientos, y no estar supeditados a compensaciones, de las cuales reniega el propio Estado por su dispendio. La verdad es que, en términos comparativos, la clase trabajadora de hoy es cada día más pobre y sus condiciones distan mucho de ser adecuadas. Desde el resurgimiento de la etapa democrática, el ingreso por trabajador es notoriamente bajo en comparación con los países desarrollados; aun cuando esta aseveración se hizo ya hace más de treinta años, sigue vigente. (O)

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Micaela Zambrano

Los bonos en la mayoría solapan la pobreza. Den educación y trabajo digno. (O)

José Ernesto Ortoneda

De ninguna manera, pues la prosperidad llega con la voluntad y el esfuerzo para realizar un trabajo, con la perseverancia para perseguir un ideal y coronar una meta, desde luego con una idónea capacitación para desarrollar conocimientos y lograr objetivos; todo esto con una firme base de humanismo para alcanzar un desarrollo integral.

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Dar bonos es un acto político que ha mal acostumbrado a las personas elegidas para recibir dicha ayuda. Sería más beneficioso que el Gobierno llegue al pueblo con lo que más necesita en los actuales momentos y es con alimentos, que tengan un significativo descuento o un bajo costo y que todos sin excepción puedan obtenerlos. También podría ser mediante una mayor difusión y control de la Ley del Consumidor, ya que los precios de los víveres y de muchos artículos de primera necesidad no subirían escandalosamente como sucede cada vez que se alza el precio de la gasolina o dictan algún decreto que sube los impuestos. De esta manera, puede ser más útil la ayuda del Gobierno a las familias ecuatorianas y podría ser mediante ferias libres o almacenes destinados para dichos fines. Los bonos o ayudas no deben ser para lujos o caprichos de quienes los reciben y, para los discapacitados, que se los atienda con credenciales que les permitan conseguir los medicamentos que en verdad necesiten y que andan por las nubes en el ya famoso IESS. Así el MIES podría reducir el número de trabajadores y tendría el alivio a tanto trabajo que realizan asignando bonos con listados en los que figuran personas pudientes, con carros, casas, cuentas bancarias, etc., y que a otras o no se los asignan o les dicen cada vez que se acercan a cobrar: “usted ya cobró en tal parte”, sin que lo hayan recibido realmente y ahí queda todo, porque si se reclama nunca hay respuesta, y esos valores no se sabe adónde van a parar. (O)