Ana Gabriel ha venido varias veces a Guayaquil, pero la del viernes fue diferente. Fue una noche de las que marcan al público, su público: en su mayoría mujeres, que derrocharon no solo energías y pasión en cada canción, sino también lágrimas de nostalgia o emoción en el coliseo Voltaire Paladines Polo.

Eran las 21:00 y, pese al retraso de una hora en el inicio del show, la cantautora mexicana, cuyo nombre de pila es María Guadalupe Araujo Yong, fue recibida con el mayor de los cariños: miles de aplausos de un público que parecía quieto, pero que se despertó para no calmarse al oír Evidencias, uno de sus más grandes éxitos.

Y mientras ella, acompañada por sus seguidores, cantaba “ya no más mentiras si me muero de deseos, si te quiero más que todo...; son mis temores los que me alejan, lo cierto es que te quiero más que a mí...”, dos seguidoras que estaban en tercera fila alistaban un pequeño ramo de rosas rojas. A los pocos minutos se lo dieron. Ella besó las flores y dijo: “Gracias, Guayaquil; gracias por tanto amor”.

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De pronto, después de entregar Es el amor quien llega y cuando había pasado apenas media hora de las dos de actuación, la cantante se despojó de los zapatos. Unas medias negras protegían sus pies casi cubiertos por su traje negro brillante.

Luego vinieron siete temas más (fueron 25), entre ellos, Vengo no a pedir perdón. Cientos cantaban con ella: “Si digo que no te quiero será mentir, pero prefiero ahora vivir sin ti...”; “y vengo no a pedir perdón, aunque vengo con el corazón te digo no fue traición pues te quise con devoción, pero estaba cansada de vivir sin tu atención”.

Le siguieron, entre otros éxitos, Y aquí estoy, Como mar y arena, Ay amor. En todo momento repitió el cariño que tiene por Guayaquil, por Ecuador, y dijo que no se quisiera ir. Acompañó sus palabras a su éxito Cómo olvidar. Pasó ese tema y llegó quizás el momento en que la intérprete más se acercó a su público. Cantaba Mi talismán cuando un asistente se levantó a tomarle una foto, pero fue retirado por un guardia. Interrumpió su actuación para pedir que lo dejaran captar la toma. Eso fue suficiente para que decenas de personas se acercaran a ella.

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Luego ofreció disculpas, pero aclaró que si el público va a actuar bien por qué no permitirle que esté más cerca de ella. Eso arrancó aplausos, besos y otro ramo de rosas. Y entregó Qué nos pasó, Adiós sin problemas, No entiendo, entre otras, antes de referir otro de sus éxitos: Cigarrillo. En broma la ofreció como una canción desconocida, que no gustaba mucho, pero, a pedido de miles de mujeres, la interpretó dos veces.

El coliseo vibraba, unos lloraban, otros besaban a sus parejas; unos pocos hombres miraban pacientes cómo disfrutaban sus esposas hasta que cantó Demasiado tarde, Quién como tú, Simplemente amigos. Ahí también se unieron a la emoción.

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Eran cerca de las 23:00 cuando Ana Gabriel comenzó a alistar su adiós. Contó que estaba preparando una producción que lanzará el año próximo, luego cantó Hasta que te conocí, éxito del también mexicano Juan Gabriel. Con un “gracias, Guayaquil; gracias, Ecuador” se marchó. Pero a los pocos minutos volvió. Volvió para ofrecer tres éxitos más: Pecado original, En la oscuridad e Hice bien quererte. Con eso, pese al pedido de “otra, otra, otra...”, se perdió en la oscuridad del escenario.

Producción: Para el 2012
Homenaje especial
Durante su presentación en Guayaquil, Ana Gabriel, quien anoche tenía previsto cantar en Quito, dijo que alista una producción especial. Manifestó que será un homenaje a ese público de los países que ha recorrido durante toda su carrera artística.