Mientras en Ecuador los nadadores seleccionados para representarnos en el Sudamericano Juvenil en Brasil no pueden viajar porque al ministerio del Deporte se le ‘olvidó’ situar los fondos del caso, en tanto que los boxeadores se quedan con las maletas hechas porque el mismo ministerio se ‘olvidó’ de inscribirlos al Mundial, el ministro José David Jiménez se fue a Asunción, sede de los Panamericanos juveniles, acompañado de un “asesor”. Seguro ambos se acomodaron en first class, como corresponde a un burócrata que se respeta y se hospedaron en elegante suite individual del lujoso hotel de la Conmebol.
Mientras, la Federación Ecuatoriana de Natación (FENA) ha solicitado a los seleccionados que si quieren competir, pidan a sus padres paguen los pasajes y la estadía. Los púgiles no tienen quien pida por ellos porque la Ecuatoriana de Boxeo está intervenida desde hace algunos años y el interventor ocupa la misma función en al menos cinco federaciones. No tiene tiempo de ocuparse de los desventurados pugilistas. Así está nuestro deporte, que acaba de ser absorbido por el ministerio de Educación y no se sabe hasta hoy como mismo se llamará el cargo que ocupará el ministro (o exministro) que anda de paseo por Asunción.
¿Quieren ustedes saber cuál era la misión que debía cumplir el ministro y su asesor en Asunción, tan importante que no tuvieron tiempo para hacer la transferencia para el desplazamiento de los nadadores o inscribir a los boxeadores? Desde el 5 de mayo pasado el ministro (exministro) ha dedicado todo su esfuerzo a cumplir con la consigna de su exjefe, el hoy asambleísta Andrés Guschmer, de instalar en el Comité Olímpico Ecuatoriano (COE) al candidato perdedor en las elecciones realizadas ese día, que para asombro del medio deportivo nacional, es el actual presidente de Fedeguayas, Roberto Ibáñez, sindicado de provocar la muerte del deporte de Guayas, entre otras cosas que están ventilándose fuera de la esfera deportiva.
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Esta referencia fue denunciada por el secretario general del COE en entrevista publicada por nuestro Diario el pasado 25 de julio. Su presencia en Asunción, sede de los Juegos Panamericanos Juveniles, obedecía al propósito de entrevistarse con el presidente de Panam Sports (antes Organización Deportiva Panamericana) para entregarle un legajo preparado por los burócratas ministeriales, con una explicación farragosa y espesa como corresponde a la burocracia, con el que pretende justificar su propósito de embestir al COE, decapitar a sus dirigentes y entregar el futuro del olimpismo nacional al peor dirigente de Fedeguayas en los 103 años de historia.
El titular de Panam Sports, el chileno Neven Ilic, diplomáticamente recibió el paquete, pero advirtió severamente a Jiménez que una intervención marginaría a todos los deportistas ecuatorianos de las justas olímpicas. En otras palabras, Ecuador sería expulsado del movimiento olímpico.
Las elecciones del COE fueron ganadas por la lista encabezada por dos de los más notables deportistas de nuestra historia: Jorge Delgado Panchana y Jefferson Pérez Quezada, cuyos méritos y honorabilidad son harto conocidos. Los comicios fueron supervisados por el delegado del Comité Olímpico Internacional (COI), Camilo Pérez López Moreira, paraguayo, miembro del COI y presidente de la Organización Deportiva Sudamericana (Odesur), quien constató la limpieza del proceso, la ausencia de objeciones y la victoria del binomio Delgado-Pérez, pese a las maniobras y presiones ejercidas sobre las federaciones ecuatorianas por deportes.
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Cuando se suponía que el olimpismo iba a navegar por aguas tranquilas, el ministro Jiménez optó por desatar una tempestad. Acudió al COE, se entrevistó con Delgado y otros dirigentes y muy suelto de huesos le planteó un pedido de renuncia del cargo, lo mismo que a Pérez y al secretario John Zambrano, y una convocatoria a nuevas elecciones, todo esto sin alternativa, pues en caso de ser desobedecido su cartera de estado iba a decretar la intervención del COE y la cesación de funciones de sus dirigentes.
El ministro Jiménez (exministro, viceministro, subsecretario, jefe departamental, quién sabe cuál será su cargo futuro al ser absorbido el ministerio del Deporte por el de Educación) es abogado y afirma ser master en derecho del deporte, según el examen de su hoja de vida. Su desconocimiento de la naturaleza del movimiento olímpico, la esfera de vigencia de la Carta Olímpica y las consecuencias de la intromisión política en la vida de los Comités Olímpicos Nacionales resulta extraña.
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O tal vez sí asistió a esa clase en su masterado, pero está obligado a cumplir con la consigna que le ha sido impuesta, aunque ello signifique el exilio olímpico para nuestro país y una vergüenza internacional para el gobierno del presidente Daniel Noboa que no está para asumir más problemas que los que ya tiene.
Cuando un país acepta incorporarse a una organización internacional acepta también someterse a las reglas que rigen para todos los estados miembros. Algunas regulaciones supranacionales implican una renuncia parcial a la soberanía de los estados. Basta examinar la Carta de las Naciones Unidas, o la de la Organización de Estados Americanos, o el convenio constitutivo del Fondo Monetario Internacional, o el Banco Mundial, para citar algunos ejemplos. En 1959 Ecuador se incorporó formalmente al olimpismo mundial y aceptó someter el ejercicio de su deporte a la Carta Olímpica. Al igual que los 208 países que integran el olimpismo mundial.
Si no lo sabe aún, le transmito al ministro Jiménez un concepto que es fundamental para todos quienes estamos en el deporte: La Carta Olímpica es el código que resume los principios fundamentales, las normas y los textos de aplicación adoptados por el COI. Rige la organización y el funcionamiento del Movimiento Olímpico y fija las condiciones para la celebración de los Juegos Olímpicos.
Esta Carta tiene una vocación jurídica que le da el carácter de “Código Olímpico”, con prerrogativas constitucionales o principios fundamentales propios del constitucionalismo. Al ministro no le explicaron en su maestría que autores de gran prestigio internacional como el francés Frank Latty sostienen la primacía universal de la Carta y la denominan “la Constitución mundial del deporte”. Y Antoine Duval, italiano, uno de los mayores estudiosos del derecho deportivo, manifiesta que el COI es la única institución que ostenta la supremacía de la regulación deportiva tal como lo establece la Carta a modo de singular tribunal internacional, lo cual da a la Carta Olímpica la categoría de Constitución transnacional.
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El COE rige su constitución y funcionamiento por las disposiciones de la Carta Olímpica y subsidiariamente por la legislación nacional. Jorge Delgado estaba apto legalmente para ser reelecto presidente del COE, tanto por la Carta Olímpica como por la Ley del Deporte vigente. La opinión de un empleado de la Procuraduría General del Estado carece de carácter vinculante pues esto solo opera para los organismos del sector público.
El COI, Panam Sports, Odesur y Odebo han reconocido la validez de las elecciones del 5 de mayo de 2025. Legalmente no pueden ser objetados los comicios y moralmente mucho menos. Las carreras deportivas y directivas de Jorge Delgado y Jefferson Pérez, y las de sus compañeros de directiva, no pueden ser comparadas con la del favorito ministerial.