“Barcelona no es un club, es un país”. La frase, pronunciada hace muchos años en un festejo de la Asociación Barcelona Astillero, por un prócer torero, Wilfrido Rumbea León, cinco veces presidente, se quedó en mi memoria y renace hoy cuando el ídolo del Astillero acaba de celebrar su aniversario número cien con varias ceremonias coordinadas con éxito por Luiggi Macchiavello en un trabajo agotador.