Para el Club Sport Emelec la temporada 2023 debe estar ya registrada en las páginas negras de su importante historia. Lo institucional y lo deportivo -que es la sustancia emocional que estimula al aficionado- son dos rubros en que los eléctricos fracasaron rotundamente este año. Los sucesos electorales que llenaron de suspenso todo el 2022 fueron el presagio de lo que lamentablemente ocurrió. Los comicios ganados por la lista encabezada por José Pileggi fueron un muestrario vergonzoso de recursos legales y trabas usadas para postergarlas.

El triunfo de Pileggi estuvo basado en ofertas que incluían ingresos superiores a los gastos anuales. Iba a ejecutar un plan integral que haría regresar la fiesta a los estadios. Aseguraba la presencia de patrocinadores para apuntalar las finanzas de Emelec y él se iba a convertir en el conductor de un carro azul que puede correr a 250 kilómetros por hora, pero que lo hacían rodar a 80 km.

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Pero lo que más animó al socio millonario fue el anuncio de que Emelec debía inscribir su nombre en las copas internacionales. Hasta este momento, transcurridos trece meses de la gestión de Pileggi se puede confirmar esta máxima: el papel aguanta todo. Todos esos buenos propósitos han sido solo propuestas electoreras que sirvieron tan solo para ganar la presidencia. Con pocos meses de mandato del nuevo directorio las noticias en lo deportivo eran intrigantes.

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Por ejemplo, jugadores fundamentales en el andamiaje del mediocampo, como Sebastián Rodríguez y Dixon Arroyo, se fueron a Peñarol y al Inter Miami. Los dos se marcharon sin dejarle ningún beneficio económico a Emelec. Luego se contrató como DT al argentino Miguel Rondelli, quien fue un estrepitoso fiasco. No tuvo carácter ni experiencia para manejar un equipo que permanentemente exige resultados. Rondelli no soportó la presión mediática ni la de la afición y fue cesado al poco tiempo.

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Otro error que le costó muy caro a Pileggi fue la contratación de una extensa lista de mediocres jugadores extranjeros que no aportaron futbolísticamente nada. Además fue un despilfarro económico. La lista señala nombres que no debieron ser fichajes foráneos para un equipo de la talla de Emelec. Juan José Pérez (colombiano), Breiner Agrón (colombiano), José Alberti (uruguayo), Carlos Villalba (argentino), Samuel Sosa (venezolano) y Caín Fara (argentino).

Y entre los nacionales llegaron con bombos y platillos Miller Bolaños, quien en toda su carrera no ha sabido conciliar su excelente nivel futbolístico con la disciplina que un profesional debe tener. Su exclusión no fue extraña para nadie. De Bryan Angulo y Michael Carcelén, por antecedentes disciplinarios, se vaticinó un fracaso que efectivamente se dio. Los cantos de sirenas sedujeron a la ingenuidad dirigencial de Emelec.

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Pileggi, en el transcurso de su corto periodo, también soportó el impacto de la renuncia de varios dirigentes, algunos con conocimiento y experiencia, prefirieron alejarse por diferencias en la conducción del club. Frente a estas adversidades, Pileggi compareció ante la prensa y dijo: “todo va viento en popa”. Pero luego cometió un error político importante. Se enfrentó a alguien con quien había colaborado dirigencialmente: Nassib Neme.

Pileggi lo criticó por la situación administrativa y financiera en que había dejado a Emelec. Reveló la morosidad en los salarios, una millonaria deuda con el Banco del Pacífico y demandas que le aparecían todos los días. Eran motivos suficientes para la asfixia económica del club. Hasta que Neme, que guardó silencio por diez meses, decidió contestarle a Pileggi en una carta dirigida a EL UNIVERSO en la que lo llamó “oportunista y vanidoso, disfrazado de presidente de Emelec. Un incapaz para hacer las cosas bien y que debería pedir perdón al emelecismo”.

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Esa fulminante misiva del expresidente eléctrico desestabilizó a Pileggi, quien inició una contrarréplica contra todo a quien suponía como su contradictor. Al exvicepresidente Edmundo Véjar le contestó: “Cuando uno es varoncito y tiene bien puestos los pantalones, da la cara y no se oculta”. También se fue en contra de un sector de la prensa al hablar de “personas dedicadas a no hablar de fútbol. Ocultos en micrófonos y en cámaras, para denigrar a las personas”. No hizo identificaciones.

Para mitigar tantas críticas, Pileggi contrató al DT Hernán Torres, quien vino de Colombia precedido de tener fuerte personalidad y conocimientos de fútbol apropiados para enderezar el rumbo de Emelec. De su carácter se confirmaron sus antecedentes, pero de lo futbolístico, muy poco, a cuentagotas. Se le hizo difícil demostrar su promocionada capacidad con un plantel mermado, en donde pocos jugadores destacaron, como Pedro Ortiz y Luis Fernando León. El resto de jugadores han estado sumidos en un deplorable nivel.

Algo que comenzó mal, terminó igual. El 2023 es un año de los peores en la historia de la institución millonaria. Las estadísticas confirman que el 86,20 % del tiempo estuvo entre las peores de la tabla. Además, terminó con la racha de 15 años seguidos de clasificaciones a torneos de Conmebol y se salvó del descenso en los últimos partidos. Los principales titulares de la prensa deportiva hacían notar la tristeza, enojo, desilusión e impotencia de la hinchada emelecista.

En redes sociales Pileggi intentó reflejar lo que él piensa que está por venir. En su cuenta X escribió: “En los tiempos difíciles también hay que aprender a comer mierda, pero lo mejor es saber digerirla, porque siempre los malos ratos pasan y los buenos deben venir. Es cuestión de paciencia, tolerancia y tiempo”.

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Como ejemplo de lo que se debe hacer en tiempos difíciles se me viene a la memoria el 2006, cuando Emelec vivía un momento grave y Ferdinand Hidalgo Rojas valientemente asumió por segunda vez la presidencia del club. Ante la crisis económica y futbolística, utilizó recetas para aliviar esos males. Bajó el presupuesto de gastos y entregó lo futbolístico a Carlos Torres Garcés. Sin comisión de fútbol usó sus conocimientos y contactos, incorporó a los futbolistas argentinos como fueron Luis Miguel Escalada y Marcos Mondaini y el colombiano Luis Guillermo Rivera. Se les dio la oportunidad a jóvenes nacionales como Jorge Ladines, Cristhian Noboa, entre otros.

Emelec tuvo en el 2006 un equipo joven, de gran nivel competitivo, y fue subcampeón. Ferdinand Hidalgo dio cátedra de cómo con trabajo, humildad y conocimiento se puede conformar un equipo del que la hinchada se sienta orgullosa. Hoy el emelecismo tiene las siguientes inquietudes: ¿Podrá Pileggi hacer olvidar tan nefasta temporada?, ¿será capaz de demostrarle a Neme que sus afirmaciones son erradas cuando sentencia que “no tiene capacidad administrativa, económica y dirigencial, para revertir el caos y deterioro institucional en que ha sumido a Emelec”?, ¿podrá el Emelec del 2024 quitarle la depresión al presidente del Ecuador, Daniel Noboa, para que vuelva a ver al equipo del que es hincha confeso?

Ahí la tiene, presidente Pileggi. Dijo que estaba acostumbrado a asumir grandes retos. Tiene una nueva oportunidad. No la desaproveche. (O)