Jaime Iván Kaviedes volvió a ser noticia en el transcurso de la semana y lo hizo por dos razones contrapuestas. Primero, el 4 de noviembre anterior, circularon videos en redes sociales que mostraban al exfutbolista en estado de embriaguez, resistiéndose a la gendarmería en Tena, ciudad amazónica que es capital de la provincia de Napo, para evitar su detención.

Sin embargo, Kaviedes también ocupó titulares por un motivo distinto en esa misma semana cuando en varias notas periodísticas se les recordó a los ecuatorianos un día lejano: el 7 de noviembre de 2001. En esa fecha, un gol de Kaviedes, en el Estadio Olímpico Atahualpa, ante Uruguay, Ecuador clasificó por primera vez a un Mundial, al de Japón-Corea del Sur 2002. Son dos imágenes de Kaviedes: una como héroe y otra como víctima. Al final, el evento reciente generó más tristeza que misericordia.

Lo lamentable es que, ante la renuencia de Kaviedes de ser detenido, la policía lo sometió utilizando una fuerza desmedida. Según el subcomandante de la subzona Napo, Cristhian Pérez, Kaviedes fue llevado a un centro de salud para verificar su estado de embriaguez y posteriormente trasladado al centro de detención de Archidona (Napo).

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Los hechos, según el parte policial, detallan lo sucedido: “En un local de comidas rápidas en la avenida 15 de Noviembre, personas que ahí se encontraban alertaron a una unidad policial circulante, manifestando que se sentían agredidas por una persona en el lugar. El personal actuó de acuerdo a los procedimientos. Los presentes aplaudieron el hecho, ya que no era una, sino cuatro personas ofendidas y agredidas en el interior del local. Se procedió a aplicar los elementos de la ley. Antes de eso, este individuo, identificado como Iván K., llamó la atención de los miembros policiales indicando que pertenecía a una organización delictiva y que se verían retaliaciones al personal de la Policía. En el cumplimiento de nuestra labor, le hicimos leer sus derechos constitucionales. En todo momento se respetaron sus derechos”.

Ante estas versiones policiales y lo observado en los videos publicados en redes sociales, surgen estas interrogantes: ¿hubo exceso en el uso progresivo de la fuerza para detener a un ciudadano en estado de embriaguez y visiblemente en indefensión? ¿Era necesario someterlo con tanta rudeza hasta tenerlo en el suelo, mientras era rociado con gas pimienta en la cara?

Desde la perspectiva de los videos y en contraste con las declaraciones de testigos, se puede concluir que los policías no estuvieron suficientemente preparados para manejar el incidente, ya que su actuación fue desproporcionada y llegó hasta la violación de los derechos de Kaviedes. Queda en el aire la afirmación que hizo Kaviedes sobre su pertenencia a un grupo delictivo y las futuras retaliaciones, así como la duda entre lo afirmado en el parte policial y lo que realmente sucedió.

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El abogado Dalo Bucaram Pulley fue quien presentó el habeas corpus para obtener la libertad del exfutbolista, después de que el juez dictaminara cinco días de cárcel. Bucaram declaró que no solo se demostró la violación de los derechos de Kaviedes, sino que también le adjudicaron conductas que no fueron probadas. Además, debido a los daños causados, no solo por las agresiones de malos elementos de la Policía Nacional, sino también por el daño psicológico, Kaviedes tiene el derecho de emprender acciones legales.

Mientras estos eventos se desarrollaban, surgen más preguntas: ¿Dónde está la política pública de auxilio para personas que enfrentan problemas de adicción? ¿Dónde está el Ministerio del Deporte, que no ha ofrecido ayuda humanitaria, y qué ofrece el Ministerio de Salud? La Federación Ecuatoriana de Fútbol tampoco puede permanecer indiferente al tener en el incidente a un deportista que le dio tantas satisfacciones con la camiseta de nuestra Selección y que ahora muestra un evidente estado de vulnerabilidad.

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La Asociación de Futbolistas del Ecuador anunció que buscará formas de ayudar a los jugadores (y exjugadores) que atraviesan momentos de calamidad para que no se sientan desamparados. Aunque es valiosa la reacción de este gremio, uno no puede dejar de consultar por qué no lo hicieron antes. Como el caso de Kaviedes, hay muchos otros de figuras del balompié ecuatoriano que han fallecido o viven en lamentable desamparo.

Jaime Iván Kaviedes fue un extraordinario futbolista con habilidades incomparables. Creativo, capaz de hacer magia con una finta para ganar metros y dejar desconcertados a sus marcadores. Fue el goleador mundial en 1998 y se fue a Italia a demostrar su destreza. En Perugia lo recuerdan por su categoría futbolística, pero también por su arrogancia. Los italianos nunca entendieron la razón de la soberbia que llevaba en la sangre. Con el tiempo, los aficionados se quedaron con las ganas de ver a Kaviedes entre los mejores jugadores del planeta.

El tiempo, inexorable, pasó sin que él se diera cuenta. Perdió grandes oportunidades, como cuando jugó en España. Allá todavía lo recuerdan como el jugador que con una irreverente chilena le marcó un gol al FC Barcelona. Así fueron pasando los años y jugó también en México, Portugal, Inglaterra, Argentina, para luego ofrecer sus servicios a varios equipos ecuatorianos.

Lamentablemente, el alcohol y las drogas lo esclavizaron. Las mujeres le sobraban, se consideraba a sí mismo un latin lover incontenible. En alguna ocasión declaró que tenía nueve hijos de madres diferentes y confesó que ganó mucho dinero como futbolista, pero que se esfumó rápidamente. Hoy juega al fútbol en torneos barriales, ligas comerciales, exhibiciones, en cualquier lugar del país por unos dólares. Hay quienes afirman haberlo visto durmiendo en la calle o entrando a centros de rehabilitación solo para escaparse al día siguiente.

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Cuando está lúcido Kaviedes reconoce que es un adicto en recuperación y que su vida es una melodía de protesta. Pero en los momentos de soledad que debe experimentar, seguramente reconocerá que no supo manejar el éxito en los mejores momentos de su vida deportiva, cuando destacaba por su habilidad. Todo se diluyó en el agua, se decoloró rápidamente por los vicios que sometieron su vida.

Kaviedes nos ha mostrado las dos caras de la medalla en estos últimos días. El recuerdo de los momentos de gloria, cuando regaló felicidad a todos los aficionados ecuatorianos al clasificar al Mundial, y el lado de la tristeza, el desamparo y la compasión. El caso de Kaviedes es ejemplar y debe servir de lección para que los jóvenes deportistas no repitan sus errores. Las nuevas generaciones deben comprender que todo lo que puedan lograr en una cancha de fútbol no justificará una vida ruinosa y lastimera.

No hay excusa válida para atribuir estos desvaríos al destino o a una sociedad incomprensiva y opresora. La búsqueda de pretextos para exculparse es, en realidad, un claro caso de apología a la impenitencia. Aún hay tiempo para que Jaime Iván Kaviedes demuestre que la rehabilitación es posible, que puede convertirse en un ejemplo a seguir tras esta advertencia. (O)