La Copa América eyectó seis técnicos: tres de Sudamérica (Zago, Sánchez Bas, Garnero) y tres de Concacaf (los de México, Estados Unidos y Jamaica). Y dejó tocados a Dorival Junior (Brasil) y Fossati (Perú). Esto demuestra que la Copa no es un torneo “de preparación”, como insinuaban hace años los entrenadores. Si fracasás, te vas. Pero, apenas terminada la Copa, ya hay runrún de eliminatoria, la cual vuelve pronto, el 5 de septiembre. El camino al Mundial no es precisamente la Ruta de la Seda: ya trituró a nueve directores técnicos en solo seis fechas disputadas.

Existe una certeza: todos van a mejorar en relación con el último partido jugado, en noviembre de 2023. Chile, de la mano de Gareca, debiera levantar; Brasil, que hoy es sexto, también. Lo mismo Paraguay; Alfaro es astuto: si deja Costa Rica para ir a la Albirroja es porque advierte que encontrará buen material. Y con buen plantel es sacapuntos. Faltan doce partidos y todo puede suceder. Salvo Argentina, Uruguay y Colombia, los demás están amontonados. De Ecuador, quinto, a Chile, octavo, hay solo tres puntos. El que se descuide…

Bolivia, encerrado en un pésimo presente del que no logra salir, sacudió la modorra con dos noticias fuertes. Una, designó a Óscar Villegas, un técnico local especializado en formación juvenil sin ningún título ganado a nivel profesional. “Es un proyecto a diez años”, dice la federación. Habrá que ver en qué quedan los “diez años” cuando pierda tres partidos. La otra, fijó como sede para los próximos encuentros de local el estadio de El Alto, una ciudad satélite de La Paz a 4.150 metros sobre el nivel del mar. La idea está clara: que la altura equipare la falta de potencial futbolístico. Habrá que ver si le da resultado. Villegas era, hasta su nombramiento, el conductor de Always Ready, justamente el club de la ciudad de El Alto. Allí, en febrero le ganaron 6 a 1 a Sporting Cristal por la Libertadores. Luego, en Lima, Cristal se desquitó por 3 a 1. O sea, hubo siete goles de diferencia jugando en altitud y en el llano.

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“La realidad es que nosotros ya sabíamos que iba a ser en ese estadio”, declaró Fernando Batista, técnico de Venezuela, la primera selección que jugará allí. No puso excusas: “Si está habilitado por la FIFA o por Conmebol, se habrán presentado todos los papeles. De mi parte no tengo ninguna queja. Si está autorizado habrá que prepararse de la mejor manera. No puedo decir nada. Tiene los requisitos FIFA”.

Paraguay, de lamentable torneo en Estados Unidos —tres derrotas—, ya eligió a su nuevo estratega: Gustavo Alfaro. Falta que lo anuncien. Sucede que la federación de Costa Rica le exige al ex-DT de Ecuador una indemnización de 600.000 dólares y está duro el regateo. Pero suena justo: cuando a los técnicos los sacan antes, estos piden todo lo que marca el contrato. Debe ser recíproco.

Si Alfaro —que ya lo tiene decidido— va a Paraguay, serán siete entrenadores argentinos sobre diez equipos nacionales: Scaloni (Argentina), Gareca (Chile), Lorenzo (Colombia), Bielsa (Uruguay), Batista (Venezuela), el mencionado Alfaro y Sebastián Beccacece (Ecuador). Tienen a su favor la pasión, el conocimiento, la formación. Pero que haya tantos entrenadores argentinos esparcidos por el mundo no significa que todos sean buenos.

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¿Está bien elegido Beccacece…? Como siempre, el tiempo responderá. El rosarino cuenta con una ventaja: sucederá a Félix Sánchez Bas. Era tal el fastidio con el catalán que cualquiera que viniera detrás generaría ilusión y tendría crédito. Pero el crédito y la confianza las dan los resultados. Y hay que conseguirlos. Sobre el sistema de Beccacece, no hay misterios, casi todos juegan parecido y manejan los mismos conceptos: intensidad, presión alta, posesión, mucha utilización de los extremos, por lo general un 4-4-2 o 3-5-2 como dibujo táctico según el rival. No es lo más trascendente, todo se sabe y nadie ha inventado ninguna fórmula nueva en los últimos años.

Como Sánchez Bas, no ha sido futbolista Beccacece, lo cual siempre resta puntos. Haber jugado y compartido vestuario es una vivencia que no la reemplaza ningún curso, ninguna academia. “Fue futbolista aficionado”, se aclara, pero eso no agrega: todos lo fuimos.

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Su historial no lo ayuda. En sus ocho años en la función tiene apenas un laurel: campeón de la Recopa Sudamericana con Defensa y Justicia, el club donde mejor anduvo. Ganaron un partido a Palmeiras, perdieron el otro y se impusieron por penales. En líneas generales, no le fue bien. Estuvo en tres grandes: Universidad de Chile, Independiente y Racing. En los tres duró muy poco y fueron más las pálidas que las sonrisas. Se fue al descenso en España con el Elche y luego no pudo ascenderlo.

A su favor: se lo reconoce como un estudioso, un apasionado del fútbol y de la táctica. Y seguro vivirá todo el tiempo pensando en la selección ecuatoriana. Es el máximo reto de su carrera. No obstante, no alcanza con decir “Es un loco del fútbol, está veinte horas por día pensando en el juego”. Hay que pensar bien, y transmitir mejor.

En contra: suele ser muy impulsivo y eso en algunas ocasiones lo ha traicionado. Está demostrado que no existe ningún aspecto más importante que el manejo de grupo, el saber generar mística y crear un ambiente armónico. Klopp, Ancelotti, Ferguson, Telé Santana, Menotti, el mismo Scaloni y tantos próceres de la profesión sentaron jurisprudencia al respecto. Establecer un ambiente de alegría y unión es decisivo para alcanzar el éxito.

En sus comienzos como técnico en solitario (fue varios años asistente de Jorge Sampaoli), en un ataque de furia le dio una patada a una heladera de Gatorade que estaba al borde del campo del estadio Nacional de Chile y la derribó. Y en la selección argentina tuvo un famoso episodio con Messi durante una práctica, antes del Mundial de Rusia 2018. Según cuentan jugadores y testigos del hecho, Messi hizo una maniobra que no salió bien y Beccacece le habría dicho: “Leo, así no. Te conviene enganchar para otro lado”. Es como decirle a Pelé o Maradona: “Tenés que pasarle la pelota a fulano, no a mengano”. Los genios saben más que nadie el destino que debe darse a cada jugada. Pero lo que más habría molestado a Leo fue que el ayudante de Sampaoli se lo dijo apoyándole una mano en el hombro... A partir de ahí, Messi le bajó el pulgar y perdió su credibilidad con el plantel. Pasó a un plano completamente secundario.

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Deberá cuidar las formas. Y suprimir los gritos al borde del campo y sus caminatas eléctricas por la raya. Esto es una selección nacional. ¿Qué encontrará Beccacece en la Tricolor…? Muy buenos jugadores, una defensa de hierro, ya armada, a la que no hay que tocar; funciona perfecto. Tendrá el desafío de darle más sentido ofensivo al medio campo para que este pueda abastecer mejor a la delantera, la cual se ha robustecido con John Yeboah, Alan Minda y Jeremy Sarmiento, quienes están capacitados para ser excelentes acompañantes de Enner Valencia. Y, sobre todo, potenciar a Kendry Páez, que muestra óptimas aptitudes técnicas, pero a quien le falta regularidad, continuidad y asumir definitivamente el rol de creador, de 10 que maneja los hilos del equipo.

Lo más importante en el fútbol, hoy, es acertar con el técnico. Veremos si Ecuador por fin lo logra. (O)