Muchas anécdotas han sobresalido cuando historiadores cuentan la vida de Manuel Francisco dos Santos, Garrincha. Nadie como él para convertir al fútbol en alegría. Era un espectáculo. Por él solo se llenaban los estadios, y el público con murmullos y aplausos pedía que le den el balón a Mané, para que por unos segundos repita la función.