Hace al menos 40 años, mientras revisábamos con mi colega y amigo ya fallecido Alberto Sánchez Varas las primeras revistas deportivas de Guayaquil, en ese tesoro invalorable que acumuló el príncipe de los bibliógrafos, el Dr. Carlos A. Rolando (y que se guardan en la sala que lleva su nombre en la Biblioteca Municipal), empezamos a tomar algunos apuntes con la intención de escribir sobre el desarrollo del periodismo deportivo de nuestra ciudad, obra que no pudimos culminar por las diarias obligaciones profesionales y familiares.