Cristiano Ronaldo es más rico que nunca, sus ingresos por diferentes rubros están calculados por expertos de marketing en 200 millones de euros anuales. Y cuentan que la marca “CR7″ puede seguir facturando en el futuro en diversos rubros. El portugués es un metrosexual tipo David Beckham, ideal para publicitar ropa, relojes, perfumes, anteojos, automóviles. Está siempre acicalado, impecable, atlético, es el rey en la industria de la imagen y de las redes sociales. Sin embargo, el crepúsculo de su carrera no le ha sentado bien. Ha tenido una declinación abrupta en su juego. Está en forma, pero duro, y nunca se le cayó la técnica del bolsillo. Durante veinte años ha vendido un producto apetecido: goles. Pasa que ahora los sigue vendiendo, pero no los entrega. Y el cliente -el público- protesta. El diario deportivo A Bola, de Portugal, en lugar de afirmar que no debe jugar, le pasó la pelota a los lectores a través de una encuesta. Preguntó si el goleador debe seguir siendo titular. El 70 % de los votantes, su propia gente, opinó que no. Le pasa en la selección lo mismo que en el Manchester United: ya no lo ven para jugar. Por eso le rescindieron el contrato. Entre otros, está taponando a Rafael Leão, de 23 años, quien brilla en el Milan. Igual, no descartemos que mañana se destape ante Suiza. Pese a todo, está a punto de firmar un contrato de dos años y medio con el Al-Nasrr, de Arabia Saudita, a cambio de 200 millones. Una jubilación dorada.