Hace pocas semanas el tránsito de Gustavo Alfaro como máximo responsable de la selección absoluta del Ecuador llegó a su fin. El argentino tenía fríamente calculado su desvinculación con nuestro fútbol. La estratégica dilación para sentarse a una mesa para entablar negociaciones para la renovación del contrato lo confirma.

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Ahora entenderán los dirigentes de la FEF encargados de la negociación el porqué Alfaro hábilmente le hacía el quite a tan importante tema. Se escudó durante los últimos seis meses en excusas tales como “¡Si hay voluntad, llegará el momento oportuno!”. El argumento convenía porque incluía los términos “voluntad” y “oportuno” y especulaba con la participación en Qatar 2022 y sus resultados. Por eso su expresión “Vamos a realizar el mejor Mundial de la historia” no era tan solo para ilusionar a los aficionados ecuatorianos. Era una especulación sobre sus elevadas pretensiones económicas, en caso de renovar su continuidad como DT.

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Con el pasar del tiempo, por sus hechos y sus dichos, Alfaro nos convence de su verdadero propósito. Siempre es bueno recordar el pasado para saber el porqué de actitudes posteriores. Convenció a todos por sus ilustrados conceptos, con base en su habilidad de ser un elocuente dialéctico, manejaba el arte de dialogar. Porque argumentaba y discutía con un léxico que invocaba los pensamientos de Ernesto Sábato. No tardamos en darnos cuenta de que esos argumentos eran una farsa, porque nunca en Ecuador mostró las virtudes del dialéctico y peor que su fuente de inspiración fuera Sábato.

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Optó por el mutismo por conveniencia y por el ensimismamiento ante las contradicciones. Lo antes mencionado pasaba inadvertido por sus aciertos futbolísticos, como por ejemplo utilizar en las eliminatorias a futbolistas que ya jugaban en el país, pero que no habían sido comprobados en la alta competencia. Se inclinó por jugadores jóvenes que requerían que alguien les diera la oportunidad y Alfaro usufructuó de esa generación. El resto es historia. Alfaro, con los méritos que le corresponden, clasificó al Mundial Qatar 2022.

Luego vino la peor parte. Amistosos poco convincentes y convocatoria comprometida, (esto lo confirmó el presidente de la FEF, que lo criticó cuando dijo que Alfaro marginó a jugadores que debieron estar en la cita mundialista). También se conoció de fuentes verificadas el impase que hubo cuando directivos de la Federación dispusieron que Byron Castillo no podía asistir a Qatar por prohibición expresa del TAS. La posición contraria del DT generó que los jugadores de la Selección sintieran como de injusticia la decisión.

El afán de no continuar al frente de Ecuador lo hizo notar en la rueda de prensa previa al partido con Senegal. Su discurso fue antagónico a la causa y hubo falta de sindéresis al decir Alfaro que haber llegado al Mundial era más importante que pasar a la otra ronda. También fue inoportuno que dijera que su continuidad no estaba asegurada. Hubo mucha paciencia de la alta dirigencia de la FEF en seguir buscándolo luego del Mundial.

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Mientras, por medio de sus voceros en Argentina, Alfaro calificaba a los dirigentes de morosos, incumplidos en el pago de sus sueldos y premios. Hasta que se conoció que Alfaro demandará a la FEF por una deuda de $ 4 millones. Lo difundió Martín Liberman, periodista argentino, quien reveló la inconformidad de Alfaro, que contrataría abogados para que le cobren a Ecuafútbol la millonaria deuda.

Hasta ahí el romance apasionado y turbulento entre la FEF y Alfaro. Una historia mezcla de sonrisas y desaires. Estoy seguro de que Alfaro se dará modos para contarle con detalles, a cualquier pretendiente al sillón que él ocupaba, los incumplimientos que a él lo mortificaron, con los fines pertinentes. Con estos lamentables antecedentes, la FEF abrió nuevamente el libro de opciones para cubrir tan importante cargo. Nombres de aspirantes han sobrado, muchos surgidos de la especulación periodística, gracias al consuetudinario secretismo con que la Federación maneja las tratativas.

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Ante esta crucial situación, que exige una decisión ineludible por los cortos tiempos, con el fin de que la incertidumbre no vuelva a ganar terreno, como en anteriores ocasiones, la Asociación Ecuatoriana de Radiodifusión (AER), presidida por Kléber Chica, organizó un foro de gran interés que lo denominó “Perfil del futuro director técnico de la selección ecuatoriana de fútbol”.

Asistí como invitado junto con prestigiosos periodistas del país, como Ricardo Armendáriz, Fabián Gallardo Moscoso, Guiford Trujillo Correa, Alfonso Harb Viteri y Raúl Vilar Pinasco. Luego de más de dos horas de enriquecedor conversatorio, en donde también se escuchó al público presente (como el exseleccionado de nuestro país Kléber Fajardo), se pudieron sacar las conclusiones siguientes:

1) Debe ser un técnico con personalidad dentro y fuera de la cancha, con apertura a las críticas y alejado de ese egocentrismo que rompe la sinergia que debería existir.

2) Que no acepte injerencias de ningún tipo, ni al momento de las convocatorias ni al momento de establecer las formaciones (un gran mal repetido en los últimos tiempos; 3) Que tácticamente esté actualizado, que debe basar su estrategia sobre la capacidad y nivel del futbolista existente, por lo que deben primar las capacidades reales del futbolista ecuatoriano, concebidos en una planificación hecha sobre la realidad de nuestro fútbol y no en biblias ni manuscritos roídos por el tiempo.

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4) Total conocimiento de la idiosincrasia del futbolista ecuatoriano, sus fortalezas y debilidades, especialmente de los jóvenes. Que mantenga un grupo unido y motivado. Se insistió en la juventud del grupo, considerando que esa fue una ventaja de Alfaro.

Contar con jugadores en plena formación, que irán cambiando de a poco su personalidad. Aquello lo vimos hace poco en la reacción de nuestro principal jugador Moisés Caicedo, quien levantó un mensaje en las redes influenciado equivocadamente por su empresario. Por eso, entre las conclusiones está que, tratándose de una selección joven, es importante que el profesional contratado transmita disciplina, respeto para vestir la camiseta de Ecuador. Debe haber tolerancia al fracaso y humildad en el éxito.

5) Que la nueva contratación del DT no comprometa las finanzas de nuestro fútbol, que por lo conocido públicamente no goza de buena salud. En otras palabras, que se contrate a un cuerpo técnico dentro de nuestras posibilidades.

En fin, todas estas conclusiones han sido enviadas al presidente de la FEF, Francisco Egas. El único afán de AER es coadyuvar a encontrar el DT adecuado. Ese es el único compromiso del periodismo deportivo, por eso considero que el foro de AER fue propositivo, sin ningún otro afán que el de dar luces sobre el tema. Por ética no se sugirieron nombres de posibles candidatos.

Que este esfuerzo del periodismo radial ecuatoriano sirva para que la Federación, de una vez por todas, abra sus puertas y que de aquí en adelante sea la dirigencia quien provoque este tipo de conversatorios, tratándose de un tema de interés nacional. (O)