Vacas, pampa y fútbol. Tango y fútbol. Mate y fútbol. Letras y fútbol. Café, amigos y fútbol. Es difícil explicar cómo un país puede ser tan apasionado por un juego. Es como un líquido denso que impregna toda la vida argentina. No hay indiferentes para esto. Si un candidato a presidente se presentara en sociedad y afirmara no ser hincha de ningún club, obtendría el cero por ciento de los votos.