El Royale Union Saint-Gilloise ganó este jueves la Copa de Bélgica tras superar 1-0 al Amberes y 88 años después de su último título, la Liga de la temporada 1934/35, volvió a introducir un trofeo en sus vitrinas para inscribir de nuevo su nombre en la historia del fútbol de su país.

Con el mundialista ecuatoriano Kevin Rodríguez al cambio (81 minutos) y un gol del japonés Koki Machida desató la locura en la mitad de la grada que coloreó de amarillo el estadio Estadio Rey Balduino de Bruselas. El antiguo Heysel, escenario de antiguas desgracias, fue el lugar donde la hinchada del Royale Union Saint-Gilloise estalló eufórica tras el tanto de su jugador.

Machida aprovechó un rechace dentro del área a la salida de un córner para hacer el único tanto que lució en el marcador. Su equipo, hasta ese momento, sufrió para hacerse con los mandos del partido. Incluso se salvó de tener que remontar la final gracias al palo, ya que Jurgen Ekkelenkamp estrelló contra la madera un cañonazo desde fuera del área a los veinte minutos.

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El gol de Machida cambió el rumbo del duelo y el Royale Union fue superior durante la segunda parte. Incluso pudo aumentar su diferencia, pero Gustaf Nilsson, Cameron Puertas y Mohamed Amoura desperdiciaron tres ocasiones muy claras que podrían haber sentenciado el duelo.

El pitido final acabó con una larga sequía sin títulos y con muchas fases deprimentes en las que el Royale Union caminó sin rumbo por las categorías inferiores del fútbol belga. Su mejor etapa, entre 1901 y 1936, en la que ganó once ligas y fue subcampeón en ocho ocasiones, ya quedaba muy lejos.

Después de la Segunda Guerra Mundial inició su ocaso. Aún llegó a unas semifinales de la Copa de Ferias en 1958, pero descendió a Segunda División en 1963 y de nuevo en 1965 tras un ascenso intermedio. A partir de ahí comenzó su descenso a los infiernos. Tocó suelo en el curso 1981/82, en el que llegó a formar parte de la cuarta categoría del fútbol belga.

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La llegada de Tony Bloom -también propietario del Brighton de la Premier League- en el verano de 2018 como nuevo dueño del club, trajo nuevos tiempos al Royale Union Saint-Gilloise, que en la campaña 2020/21, 48 años después, ascendió a la máxima categoría del fútbol belga.

Desde entonces, no ha dejado de crecer. En la temporada 2021/22 ganó la fase regular de la Liga, pero en los ‘play off’ finales por el título terminó en la segunda plaza por detrás del Club Brujas. Además, en el curso siguiente llegó a los cuartos de final de la Liga Europa y fue eliminado por el Bayer Leverkusen.

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La pasada campaña acabó tercero en la Liga y en la actual aspira al doblete tras ganar la Copa: fue primero en la liga regular y ahora pelea con el Anderlecht y con el Club Brujas por proclamarse campeón. (D)