Jorge Valdano fue campeón del mundo en México 1986 y anotó uno de los goles argentinos en la final ganada 3-2 a Alemania. Al santafesino le brillan los ojos cuando habla de su país, de su selección. En su recuerdo está lo vivido con la Albiceleste y en su corazón la fuerza que Lionel Messi provoca es tan fuerte como el eco de sus palabras. Una voz más que autorizada para hablar de la final de este domingo. El exdelantero y extécnico del Real Madrid habló con el diario AS.

¿Qué opina de la final? ¿Llegan los mejores?

Son dos de los favoritos de los varios que había. Quizá los que más ruido hicieron al caer fueron Inglaterra y Brasil, pero estos son dignos finalistas. Perdieron la virginidad en el camino. Ninguno de los dos llega invicto. Pero hay diferentes categorías también en la derrota. Francia cayó con suplentes, Argentina perdió un partido inesperado.

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¿Qué más se puede decir de Messi? Nos vamos quedando sin palabras, Jorge...

Es muy difícil encontrar palabras. Recuerdo que en la final de 1970, un periodista brasileño al que admiro mucho decía sobre Pelé: “¡Yo que vivo de ellas, dónde están las palabras!”. Con Messi hay una especie de concurso literario a ver quién es capaz de completarlo como figura estelar del torneo. Es muy difícil porque ha decidido sintetizar el fútbol. Como le ocurría a Diego Maradona, le bastan 10 segundos para contarnos qué es este juego.

¿Es otro Messi o hemos visto dos Messis en uno a lo largo de su carrera?

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Es un genio, pero mil partidos al genio le dan sabiduría. Un buen día pasó de extremo derecho a delantero falso y armó una revolución en el Santiago Bernabéu. Para esto que estamos viendo ahora tuvieron que ocurrir más cosas. Esto no lo decidió un entrenador, lo decidió el tiempo. Le fue quitando energía y tuvo que adaptarse a un fútbol más cadencioso, más caminante, pero igual de influyente. Sobre todo, dentro de un equipo que sabe jugar con un genio. Eso no es fácil.

¿Messi es un desafío al fútbol moderno?

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Totalmente. Es un serio desafío, además. Un desafío que el fútbol va a perder. Contra las tendencias ni siquiera puede Messi. Además, tampoco le queda tanto carrete para decirnos que a este juego también se puede jugar corriendo un poco menos. La intensidad se ha apoderado del fútbol y de pronto la revolución la hace un tipo que camina.

¿Cree que su carrera merece un Mundial o es demasiado romántico ese pensamiento para la realidad del fútbol?

Lo dice mucha gente. He estado con Mauro Silva (campeón en 1994) y si eso lo dice un brasileño es que lo deben decir millones de personas. Si hubiera justicia divina, Messi merecería este título. Pero eso lo digo desde mi emoción, hay otras emociones que son contrarias a la mía y también cuentan. Y la justicia divina no suele ser frecuente…

Enfrente estará Francia y sobre todo Kylian Mbappé, que es otro escándalo.

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Sí, Mbappé es un escándalo distinto, casi antagónico. Ahí tenemos la demostración de que el poderío se está apoderando del fútbol. Para que la tendencia nos dé un bofetón, en esta fiesta solo faltaba Erling Haaland (risas). Es otra manera de ser fascinante. El fútbol se las arregla para descubrir talentos originales que no hemos conocido antes y que se imponen de manera rotunda. Quién puede discutir a Mbappé.

Juega a otra velocidad. Mbappé es un terremoto en carrera.

Y tiene paciencia para esperar su momento. Son impresionantes las condiciones atléticas que reúne. No es lo mismo que aquello que dijo Ricardo Bochini sobre Johan Cruyff: “Corre mucho pero juega bien…”. Este corre rápido pero juega bien. (D)