El técnico Reinaldo Rueda, sucesor del portugués Carlos Queiroz, quien destituido apenas en la cuarta fecha de las eliminatorias rumbo al Mundial de Qatar 2022, luego de la escalofriante golpiza sufrida por los cafeteros en el estadio Rodrigo Paz, el 17 de noviembre de 2020, dijo en una rueda de prensa algo que no es cierto. Once meses después de esa desgracia deportiva que acompaña al balompié norteño -como una sombra que lo cubre por completo- el estratega caleño declaró: “Colombia ya olvidó el 6-1 que Ecuador le propinó en Quito”.

La verdad es otra. De la memoria colectiva de los colombianos no está desterrada esa debacle futbolera. Rueda también habló aquella vez (octubre del 2021), en expresiones reproducidas por el diario El Espectador, de Bogotá, de la necesidad de “hacerlos volver a confiar en ellos mismos”, en referencia a los jugadores activos en ese proceso clasificatorio.

No hubo cómo. El 6-1 recetado por un rival que destrozó a Colombia y marcó negativamente a los futbolistas del país de la cumbia, que no llegaron a Qatar 2022. Ecuador, en cambio, sí selló su boleto para esa Copa del Mundo.

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Hasta hoy Colombia no olvida esa humillante paliza dada por la escuadra que dirigía Gustavo Alfaro. ¿Por qué habría de hacerlo tan fácilmente, apenas de un premundial a otro? Brasil tiene cinco coronas mundiales en sus vitrinas y cada vez que recibe a Uruguay, sea amistoso u oficial el duelo, el recuerdo del Maracanazo de 1950 se reaviva.

Los demonios de Colombia

Argentina, otra potencia -lo que no es Colombia-, la selección de Mario Kempes, Diego Maradona y Lionel Messi luce en la camiseta albiceleste tres estrellas, una por cada Copa del Mundo ganada. Pero no tendrá forma de sacudirse de la memoria el 6-1 con que Checoslovaquia los mandó de regresó a Buenos Aires en Suecia 1958. Colombia todavía no olvida la masacre en Quito. Y así será por mucho tiempo.

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Diversos medios de comunicación colombianos se han referido, de forma explícita y tácita, al que para ellos fue un resultado fatídico en estos días. Las menciones se han hecho cuando en el calendario aparece como próximo encuentro el del martes en Quito: los dos combinados chocarán por la cuarta jornada eliminatoria de cara al Mundial 2026.

¿Un exorcista para sacarle al balompié de Colombia sus demonios, o un psiquiatra para tratar los trastornos mentales de los jugadores se presentarán en Quito, con el 6-1 fresco en la memoria? ¿Qué necesitará cada vez que lleguen a los casi 2.900 metros de altura sobre el nivel del mar con el recuerdo del 6-1 en su equipaje? El mal está instalado, más allá del resultado del martes.

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´Táctica murciélago’

El periódico El Nuevo Siglo, de Bogotá, publicó que “Colombia vuelve a Ecuador, en donde la última vez fue goleada 6-1. El técnico Néstor Lorenzo deberá aplicar medidas correctivas para evitar correr la misma suerte, ante un rival que cuenta con delanteros rápidos”.

Agrega el rotativo, con muestras de que las heridas no han sanado: “El recuerdo de la última visita de la selección Colombia a Quito para enfrentar a Ecuador por una eliminatoria mundialista, no es el más grato. El representativo nacional, dirigido entonces por el técnico portugués Carlos Queiroz, llegó a ese duelo con la moral por el piso y antes que levantarla, terminó por hundirla más. Ese día, el martes 17 de noviembre de 2020, fue la debacle. Un 6-1 que ni siquiera estaba en las cuentas de los ecuatorianos y que marcó el fin de la aventura de Queiroz al frente del combinado patrio”.

El Nuevo Siglo hace recomendaciones: “la planificación del partido frente a Uruguay (2-2) no fue la ideal. Para enfrentar a Ecuador y no correr el riesgo de que el 6-1 se repita o se dé un marcador similar, se requiere de un análisis detallado de las falencias de Colombia y de los movimientos del rival. Para evitar otra catástrofe no es necesario plantear el partido con la ‘táctica murciélago’, es decir, 10 jugadores colgados del palo y el arquero delante de ellos. Colombia tiene jugadores para jugarle mano a mano a Ecuador. Lo que se necesita es que Lorenzo haga una buena escogencia de la formación titular y que su planteamiento sea impecable”.

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‘Hay secuelas del 6-1′

En tanto, Richard Ríos, mediocampista del Palmeiras de Brasil, trató de bajar la presión y no hacer alusiones al 6-1. “Nosotros vamos a hacer allá (en Quito) lo que estamos trabajando. Si toca hacer un gol en transición, se hace; si toca marcar, se marca, y si toca atacar, se ataca. No vamos a salir a escondernos, vamos a hacer todo lo que estamos trabajando para que se nos dé el resultado”, expresó el colombiano.

En el programa Balón Bendito, de la cadena ESPN, los panelistas colombianos dijeron cosas como estas respecto al partido: “antes era mano a mano Ecuador-Colombia en Quito; hoy el favorito es Ecuador”, “ya nos perdieron el respeto”, “si a esta selección le das ventaja, te meten cuatro (goles)”, “lo que preocupa de cara al partido con Ecuador es ese 6-1″, “hay secuelas”.

También: “Dios quiera que no perdamos”, “el mejor resultado para Colombia es un empate”, “es muy importante no empezar perdiendo para no repetir el 6-1″, “esta Colombia, aunque está encima en la tabla y tiene dos puntos más no está por encima de Ecuador en fútbol”, “cómo vamos a decir que Ecuador nos mira para arriba, ¡Ecuador aprendió a mirarnos cara a cara”.

Este lunes El Espectador, de Bogotá dijo que “de los fantasmas de Quito se ha hablado mucho en los últimos días. Son las horas previas al duelo entre Colombia y Ecuador por la fecha cuatro del camino a la Copa del Mundo de 2026. Del 6-1, la hecatombe de Carlos Queiroz y, por supuesto, la consecutiva debacle de la clasificación frustrada al Mundial de Catar 2022. De eso se habla, porque el pasado asusta”. (D)