“Por su forma de ser nunca se detiene, ni aunque esté lesionada”. El entrenador cubano Jorge González resume así a su discípula ecuatoriana Lucía Yépez Guzmán, la luchadora de 23 años que se colgó en París la medalla de plata en los -53 kilos, la octava en la historia olímpica del país y la primera en cualquier tipo de lucha.

González, afincado en Ecuador desde hace 30 años, ha sido el encargado de domar el espíritu indómito -a veces rozando lo temerario- de la luchadora, quien descubrió la lucha cuando tenía 10 años mientras vio a otros niños practicarla en el estadio 7 de Octubre de la ciudad de Quevedo.

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“Hacían técnicas, se tiraban, realizaban acrobacias. Me enamoré del deporte, sentí que era un mejor ambiente que estar peleando en mi barrio”, contó la joven.

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Fue la manera que esta inquieta niña encontró para canalizar una energía que se mantiene desbordante con el paso de los años. Una ventaja que puede convertirse en un problema, según su entrenador.

Ella quiere hacer lo que no puede hacer o lo que no debe hacer, ella quiere seguir entrenando como si no tuviera nada en la rodilla y eso no está bien”, contó el preparador caribeño en una entrevista de 2023 concedida a Ecuador Deportes.

En aquella época -un año antes de los Juegos-, la deportista, apodada la Tigra por el propio técnico cubano, ganó los Juegos Panamericanos de 2023, a pesar de esas molestias físicas en su rodilla derecha, que llevaba protegida con unos esparadrapos azules.

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La medallista ecuatoriana, un dechado de disciplina, sacrificio y foco, ha tenido dificultades para saber cuándo parar, cómo reposar. “No respeta la lesión, no respeta horario, ella es su entrenamiento, vive para entrenar, entonces a veces tenemos esos pequeños roces”, ahondó el cubano, cuyo trabajo psicológico en su discípula ha tenido sus frutos en el mayor escaparate de deporte, los Juegos Olímpicos.

En París, la Tigra no se ha olvidado del trabajo de su mentor Jorge González, al que ve como a un segundo padre. Ella es consciente de que su estilo de lucha no sería el mismo sin él. “Soy una mujer muy guerrera, aprendí eso de mi mamá, de mi entrenador, de mi familia”, ha declarado la indómita luchadora.

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El apego a su familia se reflejó en un emotivo video grabado este miércoles nada más sellar su pase a la final en el Campo de Marte de París, a dos pasos de la Torre Eiffel. Agarrada a su teléfono móvil, con los todavía ojos húmedos por las lágrimas, Yépez hacía una videollamada a su madre.

“Ya no vas a trabajar más, voy a comprar la casa de tus sueños”, le decía la luchadora a su mamá, en la presencia de Jorge González, el guía espiritual y segundo padre que ha sabido encaminar el ímpetu de la Tigra. (D)