Con el sonido de las guitarras y la batería al ritmo de Let the music do the talking, Aerosmith abrió la noche del viernes un concierto de despedida que agitó el estadio Olímpico Atahualpa en Quito con los gritos de miles de ecuatorianos que acudieron a verlos.

A sus 69 años, Steven Tyler demostró que conserva la misma voz y energía en el escenario, desde la década de los 70, cuando se formó la banda conocida como los ‘Chicos Malos de Boston’.

Tyler apareció en el escenario con una frase en español, “¡Hola panas de Quito!” que alteraba a sus fanáticos.

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En pantallas gigantes, se hacía un recorrido fotográfico de los rostros de los miembros de Aerosmith y de sus principales canciones, una vez que decidieron dar una última gira denominada Aero vederci Baby, tras 47 años de carrera musical.

El juego de las luces amarillas, azules, blancas alumbraban una pasarela en la que los guitarristas Joe Perry y Brad Whitford deleitaron con Falling in love, que según Tyler era su canción favorita.

El encuentro inició pasadas las 22:00, y en las dos horas de espectáculo hubo tiempo incluso para cantar el feliz cumpleaños a Perry. Le llevaron un pastel y Tyler lo reconoció por ser su amigo, el que había ‘sobrevivido al huracán’.

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Crazy, Sweet emotion, Dude (Looks Like a lady), Cryin, Walk this way fueron parte del repertorio.

Para Dream on, Tyler tocó el piano y surgían las ovaciones. Sin duda, I don’t want to miss a thing fue la que más entonó el público, que llenó los graderíos y matizó el estadio con las linternas de sus celulares.

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Minutos después de la media noche, Tyler presentó a sus amigos, Perry en la guitarra, Joey Kramer en la batería, Tom Hamilton, en el bajo... Y desaparecieron del escenario.

Fueron seis horas de espera para disfrutarlos. Los precedió la banda norteamericana Incubus en su primera vez en Ecuador, cuyo vocalista Brandon Boyd usó en una de sus canciones la máscara de Diablo Huma, que desató una euforia en sus seguidores. ? (E)