Desde donde desemboca la ciudad, cerca del barrio Las Peñas, en el Teatro al aire libre José de la Cuadra, el sábado pasado tuvo como protagonistas a los legendarios Héctor Napolitano y Gustavo Pacheco, con la agrupación chilena Los Ángeles Negros como invitados.

Iniciando la noche, con éxitos como Y volveré y París ante ti, se hizo sentir presente la banda que mezclaba baladas con un soft rock propio de la época de los 70.  El público se entregó  a Los Ángeles Negros, sin duda alguna una presentación impecable. 

Para hablar de Héctor Napolitano –a detalle– faltarían páginas en este diario, sin embargo, algo que resume –para bien o mal– su paso por la historia de la música nacional, es que es parte fundamental de la identidad sonora de la Perla del Pacífico.

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La gente hizo sentir su cariño con el cantautor, que en todo momento dijo ser hijo ilustre del cerro Santa Ana, lleno de felicidad y su característico humor. 

Bolón de verde, Guayaquil pórtico de oro (de Carlos Rubira Infante) y Cuando pienses en mí fueron algunos de los temas que  Viejo Napo interpretó con mucho sentimiento.

Mientras  en una esquina estaba Napolitano, en la otra estaba  Gustavo Pacheco, artista que siempre ha sido identificado como uno de los más grandes guitarristas de nuestro país.  Llegó al escenario acompañado  de músicos como el chileno Alfonso Poncho Soto, quien fue sujeto de homenaje, por estar cumpliendo 70 años, de los cuales tiene más de 30 radicado en  nuestro país.

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Junto a la actual formación de Boddega ejecutaron casi sin parar canciones del recuerdo, como Dame tu amor, Un rayo de sol, Popotitos, y muchos más. “Héctor y yo nos conocemos desde los 70; éramos muy jóvenes y cada cual tuvo su propio camino, pero siempre dentro de la música, siempre nos tuvimos mucho cariño y respeto”, dijo Pacheco.

El show tuvo su momento cumbre, cuando el autor de Cangrejo criminal y el compositor de Ven chiquilla ven se unieron en el escenario para solemnemente cantar el himno al 9 de Octubre, con una afición que ovacionó de pie al dúo. A veces es necesario volver a las raíces, para saber de  dónde venimos. La música no es la excepción a la regla.  (O)