En el 2013 irrumpió en el cine con la vampírica Solo los amantes sobreviven. Fue un adelanto de lo que el director norteamericano ha venido promoviendo en su cinematografía. Es así que, el año pasado, Jim Jarmusch presentó Los muertos no mueren, una película que es más bien una sátira autoimpuesta a su propio trabajo, pero esta vez al estilo zombi. Para ello ha recurrido a un reparto que incluye a sus actores fetiche Tilda Swinton y Adam Driver. El resto de actores convocados al reparto son: Bill Murray, Tom Waits, Danny Glover, Iggy Pop, entre otros.

Son estos actores quienes entienden la ironía del director que ha tratado de reflejar una lírica de lo que sucede en la vida diaria: la gente está harta. En varias entrevistas, Jarmusch ha comentado sobre qué lo inspiró a producir Los muertos no mueren. Cuando era un niño, sus padres le decían que debía mantenerse alejado del agua el río Cuyahoga porque era tóxico. Las fábricas de los alrededores de su natal Ohio se habían encargado de contaminar las vertientes de los ríos, incluyendo el Cuyahoga, tanto que, en junio de 1969, la chispa de un tren que pasaba por allí encendió las aguas y las llamas saltaron tan alto como un edificio de cinco pisos. Fue un desastre. Jarmusch lo recuerda bien. “No fue algo agradable que sucediera”, cuenta con la subestimación que lo caracteriza. “De hecho, si está buscando una metáfora de la vida estadounidense moderna, no se vuelve más evidente que hacer que su río local se incendie”.

Está claro que estamos viviendo una crisis ecológica y la situación está empeorando cada vez más. Estamos amenazados por la negación de la ciencia y por la avaricia corporativa".

Recordado también por el filme Paterson (2016), el cineasta recuerda lo frágil que es el planeta y que este puede sucumbir si no se toman medidas. “Está claro que estamos viviendo una crisis ecológica y la situación está empeorando cada vez más. Estamos amenazados por la negación de la ciencia y por la avaricia corporativa. Si este es el camino por el que seguimos bajando, solo conducirá al fin del mundo”.

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La historia de Los muertos no mueren sucede en un pequeño poblado de Centerville, donde los finados regresan de sus tumbas y los pobladores y autoridades deben hacerles frente. Entre humor y harapientos personajes, Jarmusch ha insistido con su mensaje ecológico.

El rockero Igyy Pop y el director Jim Jarmusch en el set de filmación de 'Los muertos no mueren'.

“Es mucho más oscuro de lo que imaginaba, especialmente el final. Intento no analizar demasiado estas cosas, pero eso refleja el mundo en el que estamos. La inminente crisis medioambiental se convirtió cada vez más en una nube. Estuve trabajando en esta película durante dos años, y durante ese periodo fue como si el planeta estuviera cambiando casi a diario”, menciona el director.

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La película fue filmada cerca de la casa de Jarmusch, alrededor de las ciudades vecinas de Kingston y Fleischmanns (Nueva York). Esto supondría facilidades para la producción, pero no. Por ejemplo, Driver estuvo disponible solo tres semanas. Además de eso, llovió constantemente. El director contrajo gripe y se rompió un dedo del pie en el set. “Y luego tuvimos que apresurarnos para dársela a Cannes”. (E)

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