Para La Sociedad de la Nieve, Fernando Contiagini se convirtió en Arturo Nogueira, el joven jugador de rugby quien se fracturó sus piernas luego de que el avión en que viajaba su equipo se estrellara contra la Cordillera de los Andes, en la comentada tragedia del 13 de octubre de 1972.

Y tal como ocurre en la ficción, el momento de la muerte de su personaje ocurrió rodeado de sus colegas y compañeros. Según dijo en entrevista con este Diario, ese es uno de sus recuerdos más especiales del rodaje.

Si bien la escena dura menos de un minuto en la película de Netflix, su filmación se extendió a cuatro días de jornadas muy largas y, aunque el resto del elenco pudo marcharse antes a descansar, se quedaron en el set.

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“Mis compañeros podrían haberse ido al hotel porque terminaron sus escenas mucho antes que yo, pero se quedaron hasta el final de la jornada. No solo para estar presentes en esa muerte y acompañarme, sino que yo sentía algo más a nivel espiritual, algo similar a la despedida de un personaje. Y eso es lo más importante que me llevo en ese último día de rodaje mío, donde me sentí muy acompañado por mis compañeros”, recuerda.

Anécdotas como estas serán compartidas por el elenco en el conversatorio que tendrán en la capital ecuatoriana este domingo 4 de agosto en el Auditorio de la Cámara de Comercio de Quito (av. río Amazonas), a partir de las 18:00. Las entradas están a la venta en meet2go.

Aunque lo vivió con mucho orgullo y humildad, la atención internacional que recibió La Sociedad de la Nieve en la última temporada de premios, no tomó por sorpresa a Contiagini, pues ya había sido parte del elenco de otra película aclamada por La Academia, Argentina 1985, nominada a mejor película extranjera en los premios del 2023.

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“La experiencia con Argentina 1985 fue maravillosa. Fue la segunda película que filmé con Santiago Mitre (2017), la primera había sido La Cordillera, siempre con participaciones pequeñas, pero en Argentina fue un poco más contundente”, relata. “Tuve que llegar a los tribunales y estaba repleto de extras, de jueces, de fiscales y lo viví con con muchísima alegría sobre todo por lo que significa esa historia y que está bueno volver a contarla porque hay gente que es más chica o que no ha podido conocerla, pero son hechos que forman parte de la memoria argentina”.

Para construir su personaje en La Sociedad de la Nieve, la familia de Arturo fue fundamental.

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“Fueron los primeros en recogerme ni bien llegué a Uruguay y me hicieron uno recorrido por su barrio, vi fotos de Arturo, me contaron acerca de él y pude notar cómo estaba compuesta su familia. Arturo tiene algo muy especial porque era el pateador del equipo y luego del accidente quedó imposibilitado y al ser un atleta de alto rendimiento, ese debe haber sido bastante chocante”, precisa.

Asimismo, agradece la dirección de J. A. Bayona, a quien describe como obsesivo y alguien que trabaja con muchísima exigencia pero también con con muchísimo respeto y cariño. Pablo Vierci, autor del libro La Sociedad de la Nieve, publicado en 2008, también lo asesoró.

“Conocí a Arturo, a su familia, a todos los que se subieron a ese avión y entonces tenía una información de primera línea”.

Interpretar a Arturo lo ha ayudado a apreciar mucho más el presente. En la montaña, dice, si bien todos se encontraron con la tragedia, también hallaron la quietud y con el aprecio por las acciones de sus compañeros.

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“Previo a la a la película había estado acelerado, incluso hoy en día uno a veces vuelve a ese ritmo. Pero definitivamente me conectó con esa parte espiritual, con el poder apreciar la quietud, a realmente conectarme con la gente en el día a día, en los encuentros cara a cara, en un mundo donde todo a veces es por mensajes. Y el conversatorio nos da además esa posibilidad con el público y es una de los aspectos que más me gustan, el presencia esa recepción y esa escucha”.