Cuando la música se usa como canal de protesta, por más que se intente, jamás podrá ser callada. En esta ocasión, la agrupación Cuzumba (@_cuzumba) llega para relatar una nostálgica historia que busca crear conciencia social en un momento en el que es más que necesario y primordial en el mundo entero.

Sangre y pólvora es su sencillo debut y se encuentra disponible en plataformas de distribución digital desde mediados del mes anterior. En su proceso contó con músicos como Matías Alvear, Martín Lennon, Isabel Pacheco, Gustavo Bedón y la guitarra y arreglos de Cristian Cabrera, que acompañan la profunda y colorida voz de Alfonsina Ponguillo. La mezcla estuvo a cargo del propio Cabrera y la masterización corrió por cuenta de Andrés Mayo.

La producción es impecable, permite reconocer cada línea instrumental y les otorga papeles estelares, como a los vientos, que son prácticamente el estribillo, la percusión definida, etc. La voz, clara y concisa. No hay más detalles que dar en aspectos técnicos.

Los matices de este lanzamiento coquetean con la música andina, el folclore y un sonido con claras influencias de lo que un tiempo fue conocido como la nueva canción latinoamericana. Es un emotivo paisaje sonoro que muestra el reflejo de la amabilidad ecuatoriana, contrastada con la inseguridad y los peligros que se viven en lo cotidiano.

Desde el punto de vista del crítico, Sangre y Pólvora podría resumirse en la concreta frase No hay cantor que calle su canción, siendo este trabajo de Cuzumba un clamor de ayuda que busca ser escuchado, por ende, es imposible ser apagado.

La música nacional independiente necesita expresarse y también mostrar distintas perspectivas. A veces hay que adornar las verdades para que sean tomadas en cuenta, a veces basta con ser directos. Cada quien elige sus métodos. (0)