La banda guayaquileña Ludovico (@ludovico_rock), siempre se caracterizó por su energía casi inagotable y el infaltable rock en sus canciones. Luego de varios años de espera llega su segundo álbum, Jaula invisible, compuesto por trece canciones y casi 50 minutos de duración.

Disponible en todas las plataformas de distribución digital, esta producción de estudio mantiene esa incansable esencia que representó a los ludo durante su ya extensa trayectoria. El groove, el ritmo y la fiesta parecen interminables. Los arreglos de guitarra de Fa Paredes, las líneas de bajo de John Villamar y la métrica de Ney Suárez en la batería van a moverte quieras o no.

Portada del álbum de Ludovico realizada por Francisco Parra y Natasha Enríquez.

La producción estuvo a cargo de la misma banda, acompañados en la grabación y mezcla por Bryan Cuadrado, en Mandala Studios, mientras que la masterización corrió por cuenta de Jorge Campoverde. A su vez hubo músicos invitados que aportaron al desarrollo de Jaula invisible, como el mismo Bryan Cuadrado, Matías Brito, Javier Vera, Wesley Turrales, Sabi Gallegos-Anda, Harry Game y Kevin Rivadeneira.

Si bien a día de hoy trece canciones podrían parecer excesivas para el gusto popular, todos los elementos mencionados, sumados al eterno dance rock del trío guayaquileño se pasan en un abrir y cerrar de ojos, sin tornarse monótono o aburrido. Además hay un punto que es claramente marcado por el tema A puntapié, un tema acústico que muestra otra faceta de los artistas.

Ludovico la tiene clara. La experiencia habla por sí sola.

La producción es sin duda excelente. Los instrumentos están mezclados de forma familiar, teniendo cada uno sus momentos de protagonismo. Si hubiera algo que mejorar, quizás la voz principal pudo haber tenido un tanto más de modulación, quizás distorsión o similares. Para estar dentro de este rock, suena un tanto limpia. Por supuesto, esto siempre será opinión personal del crítico.

Que sigan viniendo más trabajos. Que la música en Guayaquil y en Ecuador no pare. (O)