El carácter divino y glorioso de la Navidad se representa con el armado de los nacimientos, o pesebres, en los hogares cristianos. Muchas familias siguen una regla tácita común: no colocar la figurilla del Niño Jesús hasta la medianoche del 24 de diciembre. De ahí, los materiales, las composiciones, las escenas, hasta las dimensiones de sus belenes son tan variados como ingeniosos.