Por primera vez, Luisa Cuesta interpretará a Luisa Cuesta sobre el escenario. Del 2 al 5 de diciembre, la actriz hablará sobre una historia muy personal (el atentado contra su padre, el periodista Rafael Cuesta, ocurrido en el año 2000) en la pieza que ha denominado Cocina nostalgia y que se presentará esta semana en el Teatro Centro de Arte.

Sin embargo, lejos de abordarlo en un formato sensacionalista o aburrido, la artista apuesta por una suma de lenguajes escénicos que se complementan para un montaje divertido, alegre y ecléctico.

“Empecé a procesar esta idea en enero del 2020 hasta que concluí que tendría el formato de un programa de televisión con una temática que me permitiera metaforizar lo que está sucediendo. Y entonces me incliné por la cocina, porque a través de la preparación de los alimentos y de los instrumentos que se utilizan se pueden representar tantas historias, hechos, deseos, impulsos”, explica. “Me di cuenta de que podía tener poesía, baile y hasta un flash informativo que interrumpiera todo de repente”.

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El espacio televisivo ficticio Cocina nostalgia recoge las recetas tradicionales olvidadas, como el budín de carne, el babarrois de naranjilla o el volteado de piña, y aunque la función a la que asistirá el público será el programa de despedida, también será al mismo tiempo el más divertido.

El menú que se preparará será un campari como aperitivo; a continuación, un carpaccio di vitello; y, para cerrar, un tiramisú con vino blanco.

Como sorpresa, Luisa tiene preparada una invitada diferente para el cierre de cada función, cuyos nombres prefiere mantener todavía en secreto (aunque afirma que podría ganar mucha publicidad y público si los revelara).

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“La preparación ha sido tenaz, porque estoy completamente fuera de mi zona de confort”, dice Cuesta. “El comienzo es muy realista y eso es completamente ajeno a mí, porque yo hago un teatro artificial, con el cuerpo, la voz, el maquillaje, el vestuario; pero aquí me presento como yo, el personaje se llama Luisa Cuesta, implantada en ese contexto. Obviamente, llega un momento en que la pieza tiene un quiebre y, desde ese quiebre, todo se va haciendo cada vez más artificial. Hay como un proceso desde el realismo hasta lo artificial”.

Junto con ella estarán los bailarines Boris Posligua y Gerardo Vera, quienes aportan dinamismo y frescura a la pieza, con una coreografía creada también por Luisa.

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Estoy muy inspirada también en Rafaella Carrá”, comenta. “Yo viví en Italia desde los 3 hasta los 6 años y se me quedaron guardadas muchas cosas, y Rafaella fue uno de los personajes que más me impactaron: su presencia, cómo se movía, su maquillaje, su cabello, sus bailarines, siempre rodeada de hombres, que al mismo tiempo eran sus compañeros de escena y la ayudan a brillar”, explica. “Y cuando vi bailar a Boris y Gerardo, los escogí, porque tenían esa energía y espíritu que nos iba a permitir vincularnos. Más allá de la técnica, aunque ellos son excelentes, quería bailarines con alma y swing, que pudieran divertirse en escena”.

Esta pieza se estrenó originalmente anoche en el Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC), como parte del Encuentro de Mujeres Artistas y Emprendedoras, que convocó también a otras artistas y gestoras culturales, entre ellas, Monika Cuesta y Elizabeth Zambrano.

Boris Posligua y Gerardo Vera la acompañan en escena.

Para Luisa, este montaje ha significado también revalorar su talento para componer una obra, pues, además de la dramaturgia, también la producción de luces, música, vestuario, coreografía y maquillaje estuvieron a su cargo.

La música que se ha escogido es muy divertida; te inspira, te transporta, feliz. Creo que al público le van a dar ganas de bailar”, afirma. “Pueden esperar diversión de una forma poética, artística y muy ecléctica, y muchas sorpresas en la pieza. Se pueden esperar lo inesperado”.

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Entrada: $ 20, a la venta en www.tca.ec y boleterías del teatro.