Durante la primera semana de marzo se realizó el conversatorio “Género en diálogo: estrategias desde la investigación, gestión y producción en el arte urbano”, que formó parte del diplomado internacional Mapas de la Disidencia, una propuesta académica creada en conjunto por varios cordinadores, entre ellos dos con quienes pudimos conversar: el artista mexicano Said Dokins y la gestora e investigadora ecuatoriana María Fernanda López, que desde 2024 reúnen a personas vinculadas al arte urbano en distintos países de la región.
“Nuestro primer encuentro fue hace quince años en Puebla. Allí comenzamos a conversar sobre el grafiti, los derechos civiles y la criminalización de las prácticas callejeras”, relató López. Desde entonces han impulsado proyectos conjuntos que incluyen publicaciones, simposios, exposiciones, plataformas pedagógicas y procesos de archivo.
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El diplomado es un espacio de formación regional con enfoque interdisciplinario. Reúne a artistas urbanos, gestores culturales, investigadores, muralistas y activistas. Hasta ahora, ha contado con la participación de más de 70 personas de varios países, como Ecuador, México, Colombia, Bolivia, Chile y Argentina. El programa combina sesiones teóricas, talleres y estudios de caso, con el objetivo de articular una red de colaboración que sirva también como archivo vivo del arte urbano en América Latina.
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“Buscamos que cada participante traiga su propia metodología, su experiencia territorial y, a partir de eso, construir nuevas formas de pensar y hacer arte urbano en la región”, explicó Dokins. Además del trabajo pedagógico, el equipo promueve la creación de un observatorio latinoamericano que funcione como repositorio digital de investigaciones, imágenes, documentos, y también como plataforma de intercambio entre colectivos, instituciones y artistas independientes.
Entre los temas abordados durante el encuentro se discutieron los límites del espacio público, la relación entre grafiti y memoria, los repertorios gráficos locales, la desigualdad de género en el acceso a la ciudad y la instrumentalización de las expresiones callejeras por parte de instituciones o marcas.
“El arte urbano muchas veces es reducido a un uso cosmético del espacio, como decoración o contenido para redes. Pero detrás hay procesos políticos, sociales, comunitarios y una historia de lucha que debe ser reconocida y estudiada”, señaló López. Para ella, uno de los grandes desafíos actuales es evitar la despolitización de estas prácticas y construir espacios de pensamiento que acompañen a la creación artística.
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En Ecuador, la gestora ha sido parte de varios procesos que buscan integrar el arte urbano a la institucionalidad cultural. En 2023, trabajó como consultora en la creación de la primera línea de fomento municipal para arte urbano en Quito, que destinó 250.000 dólares al financiamiento de proyectos de intervención y arte comunitario. Y en 2024 impulsó la inclusión de muralistas mujeres dentro del Salón de la Mujer del Núcleo del Guayas, con un premio económico equiparable al de las artistas de galería.
“Son avances importantes no solo por el reconocimiento simbólico, sino porque permiten hablar de equidad en el trato a las artistas urbanas, que históricamente han sido invisibilizadas dentro de las instituciones culturales”, agregó.
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Desde la coordinación del diplomado también se busca ampliar el alcance territorial de la propuesta. Además de México, ya se han recibido invitaciones para organizar encuentros en Chile, Colombia, Perú, Ecuador y Argentina. La idea es tener una agenda itinerante de seminarios, charlas y procesos pedagógicos que permitan actualizar y complejizar las discusiones sobre arte urbano en diferentes contextos.
La segunda edición del diplomado Mapas de la Disidencia abrirá su convocatoria entre abril y mayo de 2025. El programa tendrá una duración de 120 horas. Contará con certificación internacional avalada por la Universidad del Claustro de Sor Juana y el Centro Cultural de España en México, y estará dirigido a personas vinculadas al grafiti, el muralismo, la investigación o la gestión cultural.
“El objetivo es construir una base histórica que sirva para investigaciones futuras, y que el arte urbano pueda ocupar un lugar en la reflexión cultural de nuestras ciudades, no solo en sus paredes”, concluyó Dokins. (I)
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