Al cumplirse este viernes 18, el primer aniversario del fallecimiento de la cantante y compositora guayaquileña Fresia Saavedra Gómez, su hija, la también artista Hilda Murillo, no solo presidirá una misa en su memoria, sino que continuará con su incansable labor por que la voz de su madre regrese, literalmente, a sonar en su ciudad.

Murillo lo hará a través de un especial proyecto: un monumento sonoro que reproducirá cuatro de las canciones más emblemáticas de la artista.

La fallecida artista Fresia Saavedra.

Saavedra, fallecida la mañana del 18 de julio del 2024 a los 90 años de edad, será homenajeada este sábado 19 con una misa conmemorativa en la iglesia San Gabriel de la Dolorosa, en la ciudadela Kennedy, a las 18:30, y esta será cantada, como corresponde a una mujer que dedicó su vida entera a la música ecuatoriana.

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Pero más allá del acto religioso, su familia y un grupo de colaboradores trabajan en algo que buscará convertirse en patrimonio sonoro y cultural de Guayaquil.

Murillo cuenta que la idea de este homenaje nació hace dos años, cuando la artista plástica Hellen Constante le prometió que se encargaría del monumento a Fresia el día que “ella tuviera que volar”.

‘La Señora del Pasillo’ tendrá su propio monumento sonoro en Guayaquil. Foto: Cortesía

De acuerdo con la intérprete, la ubicación ideal del monumento de su madre, que medirá aproximadamente 1,55 metros —la estatura real de Saavedra—, sería el Puerto Santa Ana, en el Museo de la Música Popular Julio Jaramillo, lugar simbólico, ya que doña Fresia y Carlos Rubira Infante trabajaron durante años en ese espacio.

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Constante ya ha construido la primera parte de la escultura. Ella explica que el proyecto consiste en realizar un monumento fundido en Resina y fibra de vidrio con una pátina de bronce que “dará su acabado final”. “En la obra estará implantado un sistema de audio, colocado por un ingeniero de sonidos que la convertirá en una escultura sonora. Es todo un proceso hasta lograrla. He realizado una maqueta para visualizarla mejor que ya fue aceptada por su hija”, añade.

Murillo proyecta que la escultura estaría completa en septiembre por la falta de apoyo. “Por eso lo estoy haciendo sola, con la ayuda de amigos y el público”, dice.

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Un gran concierto benéfico programado para la tarde del jueves 31 de julio en el Teatro Las Cámaras será parte de esta campaña para recaudar fondos. En este show, también ideado para cerrar el mes de las fiestas julianas, cantarán artistas como Amado Terán, Leo Vasco, Cristina Vera, Francisco Vicente, entre otros, además de Murillo.

Concierto en homenaje a Fresia Saavedra, ‘La Señora del Pasillo’, quien tendrá su propio monumento sonoro en Guayaquil. Foto: Cortesía

Además del monumento, este año la figura de Fresia Saavedra ha sido recordada en varios espacios. De acuerdo con Murillo, su madre ya ha recibido reconocimientos póstumos por parte del Congreso Nacional y la Prefectura del Guayas.

Murillo también revela a este Diario que actualmente lidera el Festival Nacional del Pasillo, que se realizará el 1 de octubre en el Teatro Centro Cívico. Este evento pretende reunir a artistas de todas las provincias del país, en un esfuerzo por preservar la memoria de doña Fresia y revivir la música nacional entre jóvenes y nuevas audiencias.

El encuentro forma parte de una cruzada personal de Murillo: “Queremos salvar nuestra identidad. Los chicos ahora solo escuchan lo actual. Nadie les dice que no lo hagan, pero deben también conocer, valorar y respetar nuestra música”.

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Un legado profundo en la música y la docencia

Fresia Saavedra fue mucho más que una voz. Fue también docente, compositora, promotora de la identidad musical nacional y formadora de nuevas generaciones durante más de cuatro décadas. Así lo considera Murillo.

“Como maestra en colegios públicos y luego como docente en el Museo Julio Jaramillo, enseñó no solo canto, sino también historia y práctica del pasillo, sanjuanito y otros géneros ecuatorianos”, explica y añade que su voz acompañó al mismísimo Julio Jaramillo en sus inicios. “Fue ella quien grabó con él las primeras canciones que lo lanzarían al estrellato, como Pobre mi madre querida”, añade.

Hilda Murillo y su gran amor, Fresia

En Murillo habitan una mezcla de emociones difíciles de separar: amor profundo, tristeza constante, admiración intacta y una fuerte voluntad de preservar la memoria y legado de su madre.

“¿Cómo me puedo sentir?”, responde entre lágrimas cuando se le pregunta cómo ha vivido este primer año sin su madre. “He aprendido a valorar aún más lo que representa ser madre. Ella fue madre, maestra y mi compañera. Gracias a ella soy lo que soy”.

Hilda Murillo (i) y su madre, Fresia Saavedra.

Las cenizas de Fresia aún descansan en casa de Hilda. “Aunque me dicen que no debería tenerlas, yo sí las tengo. Para mí es mi compañera de toda la vida. Hasta el momento en que yo también parta”.

La admiración por su madre se expresa en múltiples anécdotas: desde cómo le enseñó danza folclórica y ballet desde niña, hasta cómo corregía a los músicos en cada ensayo con exigencia y profesionalismo. “Ella me decía siempre: ‘Mijita, tú tienes que vender tu voz, no tu cuerpo’. Ese era su lema, su forma de vida”, menciona.

“Todavía no puedo oír una canción de mi madre sin llorar. Me dicen ‘déjala volar’, pero no puedo. Es un sentimiento que me nace, que no busco, pero que está ahí. Porque ella sigue aquí, conmigo”, finaliza. (E)

Hilda Murillo (i) y su madre, Fresia Saavedra.