Antes de comenzar el servicio en El Chato, el renombrado restaurante colombiano del chef Álvaro Clavijo, quienes están a cargo de la mesa se presentan de una manera única. Sus rostros se encuentran en los posavasos, una ingeniosa solución que surgió durante la pandemia cuando el uso del cubrebocas dificultaba la identificación del personal. Esta iniciativa introduce a los comensales a un servicio personalizado y cercano de la experiencia gastronómica. En un restaurante que ostenta la prestigiosa posición número 2 entre los mejores restaurantes de Latinoamérica, de acuerdo a la lista Latin America’s 50 Best Restaurants, cada detalle se cuida para brindar a los comensales una experiencia inolvidable.

En El Chato, la complejidad del menú se manifiesta en un meticuloso proceso de descubrimiento de ingredientes. Álvaro comparte que el desafío radica en lograr que los comensales se sientan orgullosos de sus raíces culinarias. Trabajar con ingredientes que evocan recuerdos de platos clásicos puede ser un reto, ya que a menudo existe cierta resistencia a la hora de modificarlos y presentarlos de una manera innovadora. El primer tiempo en El Chato ofrece una experiencia visual y sensorial única: una entrada donde la cromática predominante es el verde. Delicadas láminas de kiwi y jícama envuelven la fresca carne de cangrejo, aportando una explosión de frescura y acidez que despierta los sentidos y prepara el paladar para un festín de sabores inesperados.

Álvaro Clavijo, quien se formó en Francia, regresó a Colombia con una nueva perspectiva que abrazaba la tendencia del “nuevo lujo”. Este enfoque implica aprovechar al máximo los productos locales de alta calidad y combinarlos con técnicas culinarias innovadoras para ofrecer una experiencia gastronómica única. En El Chato la atmósfera está cuidadosamente diseñada para brindar intimidad y discreción a los comensales. En la planta baja, la decoración de madera, el bar central, los libreros y los asientos de cuero crean un ambiente acogedor y cálido, iluminado con suaves luces que invitan al disfrute del menú à la carte.

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Al subir las escaleras, nos encontramos frente a la cocina, lo que permite observar cada estación de trabajo en un ambiente ligeramente más iluminado. Sin embargo, persiste una sensación de privacidad que envuelve el lugar. La música añade un toque de sensualidad a la experiencia gastronómica, elevando aún más los sentidos de los comensales que optan por el menú degustación de 10 tiempos. Aquí, los comensales pueden deleitarse con platos como el mejillón verde con coco y arracacha, que en Ecuador conocemos como zanahoria blanca; el róbalo con perlas de palmito y delicadas láminas de rábano picante; o la langosta acompañada de un sedoso puré de maíz realzado con una pizca de salsa de hormigas culonas, una auténtica delicia.

“Yo con El Chato me gané la lotería. Es el restaurante de mis sueños” dice Álvaro Clavijo, el enfant terrible de la gastronomía colombiana. Un sueño que comparte con cada comensal que prueba su compleja cocina.

Restaurante El Chato

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Calle 65 # 4-76, Bogotá

Platos a la carta desde $5 - $32 / Menú degustación $165 - $215)

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