La decisión de emprender en la industria gastronómica fue para Juana von Buchwald un giro también terapéutico. En 2020 y con el brote de la pandemia de COVID-19 perdió su empleo y además perdió a dos familiares muy queridos, su padre y su tío. “Yo siempre había tenido esta fascinación por la comida, en especial por la de sal, porque por esas contradicciones de la vida yo no soy ‘dulcera’, nunca pido el postre”, recuerda entre risas la cocinera de 44 años. “Pero un proceso que siempre me ha dado mucha más emoción y que me desconecta de todo es hornear y preparar masas (...) y cuando me deprimí por la situación, mi familia me animó a cocinar y poco a poco me fui recuperando y comenzaron a surgir nuevas ideas”.