El viernes 23 de marzo se realizó la misa Tedeum en la Catedral Metropolitana de Quito, en conmemoración a la Batalla del Pichincha, con la presencia del presidente Daniel Noboa Azín y su esposa Lavina Valbonesi.
Al servicio religioso, Noboa llevó traje negro, la elección más seria y formal dentro del espectro de vestimenta masculina para eventos de Estado, indica Buenaño. “Denota jerarquía, solemnidad y respeto institucional”.
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La camisa blanca es la base protocolar indiscutible, neutral, limpia y representativa del estándar presidencial internacional. “La corbata con rayas inclinadas con líneas negras y violetas introducen un gesto político sutil pero potente, y evita la rigidez de un color plano”.
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Buenaño resaltó los zapatos de charol negro. “Eso es un acierto total para una ceremonia de alto protocolo”. Además, la comunicadora notó detalles como el anillo de bodas y una pulsera discreta, un gesto de estilo personal y moderno, no tradicional de un jefe de estado en funciones.
La primera dama, por su parte, llevó un abrigo largo en tono perla, un color relacionado con pureza, neutralidad y sofisticación. “Veo una prenda de diseño estructurado pero sobrio y con un toque fashionista”. Los zapatos y cartera en el mismo tono refuerzan el efecto monocromático, proyectando elegancia, control y unidad visual.
El peinado recogido y la joyería mínima le dieron un aire femenino y neutral. “No busca llamar la atención por exuberancia, sino por precisión estética y coherencia visual. Refleja respeto por el cargo y por el carácter solemne del acto”.
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Lavinia varió su tono de cabello a castaño oscuro durante la campaña presidencial, y ahora volvió al rubio. “Ese tono va muy bien con su colorimetría”, opina Buenaño. “No hace contraste”. (E)