Más personas de las que creemos están en Tinder ampliando su círculo social y por supuesto sentimental. Hasta el año pasado la aplicación acumuló más de 78 millones de descargas, según la base de datos de App Magic.

Por eso cuando preguntamos a conocidos y a los conocidos de sus conocidos, casi todos señalaron saber una historia de romance entre sus allegados que floreció en esta aplicación de citas, la cual por cierto en la última semana estuvo en la mira tras el estreno de El estafador de Tinder.

Estas parejas coinciden en que la aplicación no es mala ni buena, depende del uso que se le da, estar seguro de lo que se busca: coqueteo, amistad, encuentros casuales o al alma gemela; y sobre todo hacer prevalecer la seguridad personal.

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Después de tres años de novios, se casan a fin de mes

Él confiesa que quería salir con chicas; ella solo buscaba amigos para chatear en línea. Aunque tenían dos motivaciones diferentes, su match virtual y en la vida real superó esas expectativas y a fin de mes celebrarán su boda después de tres años de noviazgo.

Rodolfo Vintimilla, periodista deportivo de 34 años, y Mui Lin Fon Fay, chef pastelera de 31, se conocieron en Tinder en agosto de 2018. “Había renunciado a mi trabajo, me cambié de casa y no frecuentaba a mis amigos, quería conversar con alguien”, recuerda Mui Lin. “No trato de ser romántico en este momento, pero al ver sus fotos me gustó mucho su sonrisa”, agrega Rodolfo.

Rodolfo y Mui Lin se conocieron en Tinder en agosto de 2018. Foto: El Universo

Su primera cita ocurrió luego de dos meses chateando. Para Mui Lin fue muy importante este tiempo para cultivar su confianza con él, pues reconoce los peligros de salir con alguien que solo se conoce por internet. Fueron a una función de cine que recuerdan poco memorable; después de la cinta se despidieron y cada quien se retiró por su cuenta, tal como llegaron.

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Pero la química que afloraba por mensajes les concedió una segunda oportunidad. Al mes siguiente, Rodolfo sorprendió a la chef con una cena por su graduación donde se enteraron de que comparten la fecha de cumpleaños y también protagonizaron su primer beso. A inicios del siguiente año ya eran novios oficialmente.

Y pensar que su enlace casi no ocurre. “Como vi que la gente quería otra cosa, mandando fotos y mensajes inapropiados, dejé de usar Tinder por un tiempo. Cuando me dispuse a borrar la app vi que alguien me había escrito”. Era Rodolfo.

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Sobre las visiones que esta aplicación provoca, reconocen la importancia de darse tiempo para indagar lo más posible al otro. “Salí con un par de chicas, como periodista era mi naturaleza hacer muchas preguntas, y así me iba dando cuenta de que no buscaban lo mismo que yo”, apunta Rodolfo. “Creo que es una buena herramienta, es útil. Hay gente que piensa que es solo para salir y tener sexo. Creo que uno debe tener claro para qué quiere usarla y qué puede encontrar”.

Solo buscaban amigos, entonces se enamoraron

Como muchísimas historias de amor, los esposos María de los Ángeles Tamayo (43 años) y Cristian Alarcón (47 años) se encontraron sin buscarse. “Ingresé a Tinder a los 38 años, porque sentía que era difícil conocer gente por mi edad, los círculos de amigos y familiares se estaban haciendo chicos, todo el mundo casado y yo viajaba mucho por mi trabajo”, recuerda María, que trabaja como gerenta de ventas.

A Cris, como es llamado por su esposa, también le preocupaba su edad al entablar nuevas amistades, sobre todo porque recientemente se había divorciado. “Quería ampliar mi círculo. Escuchar otros criterios. La gente de mi edad estaba en otro rollo, las parejas de mis amigos no me querían por ser el divorciado. Había gente que me buscaba pareja, pero no tenían nada que ver conmigo”, comparte este experto en logística.

María de los Ángeles y Cristian se casaron en el 2018. Foto: El Universo

Él se lanzó a Tinder hace unos seis años aproximadamente cuando escuchó sobre la app en un programa de radio. Aunque confiesa que no era tan diestro con la dinámica de la aplicación (pues por avanzar -swipe- las fotos sin querer dio likes a perfiles que no estaba interesado), sí tenía claro que quería encontrar personas en un radio muy cercano a él, gracias a la función de geolocalización que caracteriza a esta aplicación. Su intención era no estar tan alejado de su hija, a quien volcó la mayor parte de su tiempo tras su separación.

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Lo curioso es que cuando hizo match con María, ella se encontraba en República Dominicana. ¿Un glitch del destino? No lo saben, pero gracias a ese error tecnológico se enamoraron. A él le intrigó su perfil bilingüe (inglés y español) que la hacía verse extranjera. A ella le encantó su foto, “¡se veía guapísimo!”, aclara. “Empezamos a conversar en marzo de 2017, salimos al mes”.

Al igual que la pareja anterior, su segunda cita fue la mejor, pues a ella le gusta el teatro y él la sorprendió invitándola a una función en formato breve. “Para junio me pidió que sea su enamorada. Y en diciembre de 2017 me pidió ser su esposa”.

María hace hincapié en la necesidad de ser celosos con la integridad personal a quienes buscan una vivencia como la suya por este medio. Un consejo es no compartir el número de celular de inmediato, dice, preferible establecer la suficiente confianza por medio del chat que la app integra. “Y una primera cita debería ser siempre en un lugar público e ir por sus propios medios”, recomienda.

Formaron una familia después de Tinder

Pedro Bajaña y Ana Ruth Mendoza sienten que los unió en Tinder, como a muchos, el deseo de abrir su círculo y aventurarse a conocer a otros sin tener de por medio amigos en común. Es arriesgado, admiten, y un poco temible. Pero los dos fueron muy cuidadosos cuando se conocieron en persona.

En añadidura a lo que han comentado las parejas anteriores, estos esposos de hace cinco años y con dos hijos comparten un consejo que les funcionó a ellos: no solo encontrarse en lugares públicos, sino incluso donde sean conocidos por el staff o por las personas del sector.

Ana Ruth y Pedro tienen cinco años de casados y dos hijos. Foto: El Universo

De hecho, así fue su primera cita, después de chatear varias semanas al hacer match, porque a ella le cautivó su barba y a él, que además de guapa sea fanática del fútbol. “Ella había elegido el sitio, porque era una cafetería a la que siempre iba y la conocían quienes trabajaban ahí”, recuerda Pedro. “Cuando llegamos justo ese día se había clausurado, decidí yo el lugar donde un amigo trabajaba y estuvimos casi tres horas comiendo y conversando”.

Para Pedro , revela, esta fue la primera cita que consiguió en la aplicación. “Nunca fuimos a WhatsApp inmediatamente, solo fue por la app. Ella no me daba su número fácilmente. Hablábamos mucho de nuestro día a día, hasta que le propuse conocerla”.

Felizmente para ambos también fue su última cita. Al mes de conocerse se hicieron enamorados y once meses después Pedro le propuso matrimonio. Celebraron el compromiso civil al mes y medio y a los seis meses sellaron su amor en el altar.

“Al inicio ambos teníamos temor, porque la app solo te muestra un nombre, nosotros no teníamos ni un amigo en común, nada nos unía en la vida”, puntualiza Ana Ruth. “Pero la app hizo lo suyo, ¡nos encontró! Hoy tenemos una familia con dos hijos y somos muy felices. A veces es necesario abrir el círculo y aventurarte a lo nuevo ahora, con más seguridad que antes”.

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No todo es rosa

Las malas experiencias en este aplicativo abundan en la misma medida. La historia del pretendiente conocido como Tindler Swindler, Simon Leviev (también reconocido como Shimon Yehuda Hayut), invocó la coyuntura de proteger los datos personales y desconfiar de todo aquel que se muestre demasiado perfecto en aplicaciones y sitios de citas, pues algunos estafadores se aprovechan de los enamoramientos para delinquir.

Pamela, quien cuenta su historia de forma anónima, se encontró por esta vía con un galante que tampoco resultó ser como se pintaba. Después de culminar una relación de muchos años, a ella le entusiasmaba salir nuevamente y tal vez darle una segunda oportunidad al amor. Hizo match con un treintañero igual que ella. Le contó su reciente ruptura y acordaron que no era el terreno para iniciar un noviazgo aún, al fin y al cabo recién se conocían.

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Sin embargo, después de un mes de salidas, se dieron cuenta de que se gustaban y se besaron. “Deslumbraba con su apariencia. Era alto, buen bailarín, caballeroso”, recuerda. Desde ese momento, dice Pamela, el hombre mostró comportamientos que le parecieron inusuales en alguien que acababa de conocer. ”Quería todo muy rápido, no solo el sexo, sino que conozca a su familia, porque en ese mes decía que se había enamorado localmente de mí y que quería casarse ya”.

Cuando le pidió distanciamiento, él se puso violento con ella en plena calle. De ahí lo bloqueó de sus contactos y cambió de línea, aunque él le escribía de diferentes números pidiéndole perdón y asegurándole que no quería perder su amistad. Pero como supuesto amigo se le aparecía en donde sea que ella estaba. Este acoso perturbó el estado emocional de Pamela, tenía miedo de salir de su casa y encontrarse con él y que nuevamente explotara de coraje con ella. La situación solo terminó cuando Pamela empezó a salir acompañada con un amigo más corpulento, porque, a decir de ella, el hombre de Tinder nunca más la volvió a molestar cuando la vio con él.

Obviamente Pamela se alejó de Tinder, pero no para siempre. Desde este año ha retomado la aplicación, ahora pagando su servicio prémium. Así le va mejor, asegura, porque las cuentas de los usuarios son verificadas; además, le ayuda a filtrar mejor sus nuevos pretendientes.