Kimberly Cedeño y Julián Campos se conectan en un Zoom con este Diario, a horas de haber regresado de un viaje familiar a Cuenca. La bailarina y exparticipante de Soy el mejor dice amar los viajes gracias a su esposo, quien siempre fue el más aventurero de los dos. “Yo con Julián aprendí a viajar por el mundo, y me mal acostumbró, porque ahora soy yo la que quiere viajar a todos lados”, dice con una sonrisa.

En estos nueve años de relación y cinco de matrimonio dicen haber aprendido mucho el uno del otro. Él aprendió a ser ordenado y a bailar; ella terminó amando el deporte y las aventuras. “Esa magia que tenemos los dos nos vuelve cómplices. Ella arma todo y yo le digo ¡vamos!”, dice Campos.

Esa misma complicidad les ha permitido sobrellevar las diferentes maneras de ser, en especial el carácter estricto que sostiene tener Cedeño. “Me gusta que todo sea puntual, que todo esté bien hecho, que todo esté ordenado en mi casa, que él haga las cosas bien, que no se olvide de hacer sus cosas”, menciona la joven, quien también se autodeclara la peleona de la relación y él el conciliador.

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Su historia

Kimberly Cedeño y Julián Campos. Foto: Cortesía

El colombiano admite que lo primero que vio de Cedeño fue su físico. “Obviamente es guapísima, me tenía como loco cuando la conocí en Calle Siete, yo la quería conquistar”, dice. Pero fue su encantadora personalidad lo que lo atrapó. “Cuando realmente la conoces te enamoras de la personalidad de ella, de cómo piensa, de sus sueños, de cómo ve la vida”, refiere el colombiano.

“Kimberly es una persona que yo admiro mucho, y lo que me gustó de ella es que coincidimos en muchas cosas, aunque pensamos diferentes en otras, pero teníamos los mismos sueños juntos”, añade.

Y es que ambos deseaban para su vida alguien hogareño, con el sueño de construir una familia. “En Kimberly lo encontré y construimos nuestro propio hogar”, declara.

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Cedeño, por su parte, revela que al inicio le caía mal, en especial después de que le rechazó una entrevista que ella debía hacerle para el reality del que eran parte, pero todo cambió cuando él la cortejó a la antigua. “Me conquistó cuando me empezó a dar detallitos en el bolso tipo a la antigua. También me iba a dejar en mi casa, en el sur, en mi carro para que yo no conduzca sola, y él se regresaba a su casa en taxi. Me parecía lindo”, recuerda.

Conquistarla no fue fácil, dice Campos. “Ella siempre fue una mujer muy dura de convencer”. Pero lo logró en un viaje. “Valió la pena”, afirma.

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Actualmente su familia está conformada por sus tres perros, Charlotte, Tito y Chenoa, Titi; un gato llamado Julito y su primer hijo, Julián.

Julián, un milagro de vida

Kimberly Cedeño y Julián Campos se convirtieron en padres el 12 de septiembre de 2023. Foto: Cortesía

Es su bebé arcoíris, no solo porque haya pintado de colores su vida, sino también porque llegó después de tres pérdidas. “Es un milagro de Dios”, dice la pareja, mientras cargan a su ‘gordito’, que de vez en cuando hace unos adorables ruidos, como queriendo ser partícipe de la entrevista.

Cedeño cuenta que fue parto natural por una promesa a Dios, a quien tanto le pidió el sueño de ser madre. Fue así como, luego de tres abortos retenidos, tres angelitos en el cielo, 245 inyecciones en el abdomen y muchas oraciones, pudo por fin tener a Julián Hernando en brazos. “Ha sido lo mejor que nos ha pasado en la vida (…), cuando lo tuve en mi pecho sentí la conexión más fuerte. Le dije a Julián: ‘Lo hicimos’”, confiesa.

Hace dos días, el 12 de febrero de 2024, cumplió cinco meses de nacido. “Estamos disfrutando esta etapa porque todo para nosotros es nuevo”, expresa Campos.

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Reconocen que este camino hacia la búsqueda de su bebé estuvo marcado de mucho dolor, frustración, pero sobre todo fe. Antes de casarse no conocían de las dificultades que iban a tener en los embarazos, pero en cuanto lo empezaron a vivir, se dieron cuenta de que era hora de cumplir las promesas hechas en el altar. “Para mí la palabra matrimonio va más allá, es una promesa de Dios. Es un trabajo en equipo. Como en todo equipo hay momentos buenos y momentos difíciles. En una balanza se ponen todas las cosas buenas y malas, y es lo que te llena de fortaleza, sabiduría, de mucha paciencia, mucha resiliencia, para no abandonar en el momento más difícil y para saber controlar el momento más lindo”, expresa Campos. (I)