Los oficinistas comienzan a dejar el centro desde las 17:00. Van hacia la calle Rumichaca, a la zona del parque Centenario u otras arterias con paraderos para tomar buses o taxirrutas para ir rumbo a sus hogares.

En medio de ese trajín de gente saliendo de sus trabajos, por la 9 de Octubre, vendedores autónomos se apuestan en las veredas, esquinas o van caminando ofreciendo una diversidad de productos, como accesorios, bebidas, bocadillos. Trabajadoras sexuales también se ubican debajo de portales o esquinas.

Unos tratan de pescar clientes antes de cerrar sus jornadas, mientras otros parece que recién comienzan sus ventas vespertinas-nocturnas.

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Es un lunes, casi al filo de la noche, una mujer cerca a la calle Boyacá canta acompañada de un parlante. En un pequeño recipiente acumula las monedas que le dejan peatones al verla con una niña. Su voz afinada, con acento venezolano, se mezcla con el claxon de los carros, mientras otros informales ofrecen productos.

Aunque los metropolitanos han retirado a informales de espacios públicos, por las noches persisten las ventas ambulantes.

Cerca a la zona del Centenario, en las esquinas por donde se hace fila para esperar taxirrutas que van al norte y sur de la ciudad, otros informales venezolanos intentan vender comida y accesorios a los transeúntes.

Unos tienen sus carritos o charolas en la vereda. Pasadas las 19:00, varios se reúnen a conversar alrededor de sus improvisados negocios. Mientras atienden a los clientes de paso charlan de manera amena.

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En medio de la noche, entre los apretujones dentro de las unidades de la Metrovía, también otros venezolanos se las arreglan para vender o pedir una ayuda.

Con rumbo al norte, un venezolano se sube esa noche de lunes en la estación de la Metrovía que está en la Corte de Justicia. Saca golosinas de la maleta y comienza su relato. De que lleva unos días en la ciudad tras llegar de Perú y que necesita seguir su viaje a su país.

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Ofrece los dulces en medio de los pasillos repletos, con dificultad para pasar entre la gente. Unos le compran, otros lo ignoran y unos cuantos le dan monedas a cambio de nada.

Aunque la presencia informal de venezolanos en las calles de Guayaquil lleva desde que se inició la crisis en esa nación petrolera, en las últimas semanas han entrado más familias que han salido de Perú a raíz de los controles por la regularización.

No hay datos exactos de cuántos venezolanos están entrando al país, pues unos lo hacen por los controles formales, pero otros están usando pasos clandestinos de la frontera. Los medios peruanos han indicado que unos 4.000 han salido desde esa nación del sur en las últimas semanas.

Pero en la frontera del sur y del norte de Ecuador no se registran cifras de salidas masivas de las que se habla en Perú. Entonces, las autoridades locales presumen que están entrando por pasos informales, no controlados.

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En calles céntricas, vendedores ambulantes proliferan. El Municipio busca imponer orden.

En Guayaquil, la presencia de informales extranjeros ha crecido. A más de los autónomos ecuatorianos, los venezolanos han engrosado la filas de las ventas callejeras y hasta en el transporte público.

El Municipio tiene datos de que de cada diez comerciantes autónomos que están en las calles Guayaquil, siete son extranjeros.

Allí se incluye a los venezolanos que salen a las calles a vender para ganarse un sustento.

Durante las últimas dos semanas, en sus enlaces radiales, el alcalde Aquiles Alvarez ha mostrado inquietud sobre la presencia de extranjeros laborando en la informalidad, sobre todo porque no todos están dispuestos a sujetarse a reglas o regularizarse.

El Municipio tiene un proceso para tratar de ordenar ese comercio informal. Según ha dicho el alcalde, 6.000 comerciantes han sido censados, pero muchos no quieren ser ordenados.

Comerciantes informales se apostaron en cuatro calles de los alrededores de la Bahía. API Foto: API

Alvarez señala que los extranjeros también pueden formalizarse, cumpliendo requisitos.

El personero municipal dice que el camino apunta a ordenar a los autónomos y el próximo año se espera tener un primer corredor popular.

En este mes, el Municipio ha hecho un primer ensayo de un corredor comercial por las fiestas navideñas al ubicar a 900 comerciantes en cuatro calles del centro.

Esto ha ocasionado quejas de comerciantes de la Bahía y minoristas que ocupan locales. Alvarez ha indicado que “no hay que ser mezquinos”, al recordar que quienes hoy están ocupando la Bahía en un momento no estaban en esas condiciones. (I)