Con indumentaria deportiva y un casco de la serie de anime Digimon, José Miguel Díaz Pacheco, conocido como Joselo, armó un disfraz para personificar al ciclista ecuatoriano Richard Carapaz y salir a las calles a vender sus productos.

En una ficha, tipo credencial, él lució colgada una imagen con el nombre del personaje que recreaba la mañana del 15 de julio.

Publicidad

Ese día, en las primeras horas del día, como de costumbre, el hombre salió caminando desde su casa, ubicada en Los Tulipanes, y avanzó a pie hacia el centro de la urbe.

Una mochila y una caja de caramelos y mentas lo acompañaban.

Clara Abad, directora de fundación Sor Domingo Bocca, cumple rol de madre para sanar el corazón de niñas de hogares disfuncionales

En medio de ese camino, el hombre de 56 años se detuvo en una esquina de las calles Eloy Alfaro, cerca de la Bahía, para usar un megáfono que reproducía música, entre esas, alabanzas cristianas, mientras se acercaba a transeúntes para ofrecer sus golosinas.

En medio de ese trajín con la música se inspira para realizar una demostración de danza y canto.

Publicidad

Este hombre, que gusta de la actuación, atrae las miradas de peatones y conductores que transitan por la zona. Desde hace 19 años, cada día, se dedica a utilizar distintas indumentarias para hacer representaciones variadas.

Inicialmente, el hombre que tiene dificultad en el habla contó que vendió lotería durante 30 años, pero en una ocasión le robaron sus productos y optó por buscar otro ingreso por medio del comercio.

Desde el 10 de marzo de 2005, el hombre, oriundo de Milagro, suele recorrer calles de diversas zonas del centro y suroeste, como la 10 de Agosto, Francisco de Marcos, Letamendi, Sucre, P. Icaza, Vélez e incluso avanza hacia parte del suroeste.

“La gente ya me conoce y me apoya”, dijo y añadió que no tiene una ruta fija.

El hombre utiliza disfraces como un método creativo de llamar la atención de los usuarios que a diario transitan por las calles de la ciudad y así concretar sus ventas. Ya lleva 19 años con el oficio de vender caramelos y dulces.

A diario puede hacerse entre $ 5 y $ 15. Algunos clientes que ya lo conocen le intercambian los caramelos por una porción de comida.

José Miguel Díaz, el personaje de los dos mil trajes, subsiste con venta de caramelos. En fotografías guarda recuerdos de sus indumentarias. Foto: Francisco Verni Peralta

Según él, tiene una colección de unos 2.000 trajes que ha armado por su cuenta o a través de donaciones, sobre distintas temáticas. Desde personajes conocidos, otros creados por su cuenta y de algunas profesiones, como Chabelo, Super Bebé, Loro futbolista o de enfermero.

En fotografías guarda recuerdos de sus indumentarias.

Fernando Pozo, ecuatoriano que reside en Europa, apuesta a Vito’s, cadena de helados artesanales en Guayaquil y Samborondón

Con esta actividad Joselo puede comer, cubrir gastos básicos y pagar arriendo del inmueble que comparte con uno de sus nueve hermanos.

“Una vez me dieron trabajo en un lugar, pero volví a vender caramelos porque no me adapto, me gusta estar en la calle”, expuso el comerciante que se declaró evangélico.

Fuera de sus labores en la calle, Joselo suele asistir a una iglesia cristiana del sur. Ahí colabora como servidor de los hermanos, además en grupos de teatro y danza.

Además, como ingresos extras, conocidos lo contratan para animar fiestas infantiles con personajes y coreografías del Chavo del 8, Chilindrina, entre otros.

A futuro, él aspira a poder contar con un puesto formal en un sitio específico del centro de Guayaquil, ya que con el paso de los años siente dolor constante por el trajín diario de recorrer kilómetros para laborar en las calles.

“Me canso, me duelen las piernas, pero quiero ganar mi propio dinero. Con el sudor de tu rostro comerás el pan, dice la Biblia. Dios me da fuerzas, sin él no somos nada”, remarcó. (I)