Sus ojos cafés oscuros empiezan a brillar y en su boca se dibuja una sonrisa nostálgica al recordar sus anécdotas de infancia en su querida Guayaquil. Marcela Paola Aguiñaga Vallejo, actual prefecta del Guayas, vivió gran parte de su niñez en Miraflores, al oeste de la ciudad.

Esta guayaquileña apasionada al deporte es la única mujer entre cinco hermanos. “Mi infancia estuvo rodeada de juegos relacionados a hombres. Jugaba fútbol, practicaba natación, incluso participé de un campeonato de natación”, cuenta la máxima representante de la Prefectura.

Marcela, de 50 años de edad, recuerda que cuando vivía en Miraflores hizo la primera comunión en la iglesia San Judas Tadeo, que por ese tiempo era de madera. “Algo que recuerdo mucho de esa época era que yo tenía un carrito, un go kart, con el que iba a practicar en la pista que antes tenía el complejo deportivo de Miraflores”.

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Una de las actividades que le gustaba a la pequeña Marcela era ir al Play Land Park y al estadio Modelo para ver jugar a su amado Barcelona. “Todos en mi casa somos barcelonistas. El requisito que teníamos mis hermanos y yo para ir al estadio era cantar una canción del equipo. Luego, una de las cosas que más disfrutaba viendo a Barcelona era comer maní con limón, como buena guayaca”.

Foto: Alexis Crow

En su etapa estudiantil, la prefecta revela que pese a ser una buena estudiante era indisciplinada, por lo que la tuvieron que cambiar de escuela y colegio varias veces. “Estuve en tres escuelas en mi primaria y luego estuve en tres colegios en mi secundaria”. Agrega que su materia favorita siempre fue Historia y la que menos le gustaba era Matemática. Pero de esta etapa de su vida destaca los desfiles cívicos por las fiestas del proceso fundacional de Guayaquil. Aguiñaga dice que le encantaba vestirse con los trajes típicos de la ciudad, comer manzanas acarameladas y los demás dulces que se preparan para esta fecha.

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Cuando de comida tradicional guayaquileña se trata a Marcela se le ilumina el rostro. Ella menciona que es amante de los cangrejos, del caldo de salchicha, sánduche de chancho y de la chicha resbaladera, aunque trata de no abusar mucho de las exquisiteces culinarias que ofrece la ciudad porque está a dieta.

“Si me tocara ser guía de un turista lo llevaría al Cerro Blanco, isla Santay, parque Samanes y Las Peñas. Además de llevarlo a comer al mercado de Sauces 9 y a la calle Panamá″

Marcela Aguiñaga, prefecta del Guayas.

Guayaquil siempre se ha caracterizado por ser una urbe alegre, donde las fiestas nunca faltan los fines de semana. La prefecta recuerda que cuando era adolescente solía ir a fiestas y su discoteca favorita era Infinity, que en esos años quedaba en Urdesa. Confiesa que al ser la niña de la casa, su papá, el señor Roosevelt Aguiñaga, la iba a dejar y la recogía a la salida de la fiesta. Agrega que también le gustaban las farras que se hacían en las chivas y recorría, junto a sus allegados, distintos puntos de la ciudad en medio de la algarabía. “Cuando tenía entre 15 y 16 años, mi primo era DJ y tocaba siempre en el Círculo Militar, donde eran las fiestas, las quinceañeras… también en el Tenis Club, etcétera. No era muy farrera porque no me daban mucho permiso”.

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Cuando tenía 18 años estudiaba Derecho en la Universidad Católica y también trabajaba, uno de sus recorridos para ir de la oficina donde laboraba hasta el Palacio de Justicia era pasar por el parque Centenario, cuyo trayecto por la zona le gustaba por ser un sitio histórico de la ciudad.

Guayaquil tiene varios sitios turísticos y patrimoniales, como el Cementerio General. Marcela dice que el cementerio es un lugar que tiene varios puntos interesantes por visitar, aunque recalca que hace falta potenciarlo para que reciba más turistas.

“Cuando era niña me encantaba el barrio Las Peñas, es uno de mis lugares favoritos de la ciudad”, comenta Marcela, quien ahora vive en Puerto Santa Ana e hizo realidad su sueño de tener su hogar en esta zona de la urbe porteña.

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Vivir en Puerto Santa Ana le ha brindado varias facilidades, entre ellas poder hacer ejercicios al aire libre. “Me gusta mucho salir a trotar por el malecón, lo hacía frecuentemente antes de ser prefecta, pero ahora no lo hago mucho”, dice que ahora se ejercita yendo al gimnasio.

Antes de vivir en este punto turístico, cuenta que estuvo radicando en la vía a la costa, pero no le gustaba mucho por el intenso tráfico que se forma en las horas pico. Otro de los lugares donde le hubiese gustado vivir a Marcela es en Los Ceibos por los grandes árboles que tiene esa ciudadela. Aunque destaca que lo más importante es haber nacido en Guayaquil, sin importar el barrio, y dice sentirse orgullosa de ser guayaquileña. (I)