Nominada al Óscar a la mejor película extranjera y ganadora del César a mejor película en su originaria Francia, Los miserables –dirigida por Ladj Ly– presenta una historia que va más allá del Museo del Louvre o la Torre Eiffel. Esta es la historia de los miles de migrantes africanos que hoy forman parte de la sociedad francesa, pero que al igual que los pobres de la clásica novela de Víctor Hugo, son vistos por los demás, incluida la Policía, como unos miserables e indeseables, con pocos derechos y escasas oportunidades.

Al igual que partes de la novela de Víctor Hugo, la cinta se desarrolla en Montfermeil, donde un trío de policías realiza diariamente un recorrido para asegurarse de que se mantengan el orden y la paz. Para esto, cuenta con el apoyo de los líderes locales, un mafioso que se hace llamar el alcalde y Salah, un terrorista reformado. El día transcurre con bastante normalidad para Stéphane, Chris y Gwada, hasta que un hecho bastante excéntrico desencadena las acciones: el robo de un cachorro de león por parte de uno de los chicos de la comunidad. Los gitanos que manejan el circo van armados de palos a reclamar su cachorro hasta donde el alcalde, y el trío de policías debe intervenir para evitar que la situación escale. Cuando los policías encuentran al cachorro y esposan al adolescente responsable del acto, las acciones se salen de control y todo queda grabado por un dron.

Con un estilo casi documental (el director de la película es un documentalista), Los miserables se encarga de sumergirnos en este mundo complicado donde la ley del más fuerte es la que impera. La Policía no genera respeto, sino miedo, pero cuando el miedo se supera, las cosas se salen de control y el final puede ir para cualquier dirección. De hecho, el filme queda con un final abierto a nuestra propia interpretación, pero cualquiera que sea el final que imaginemos, no es uno feliz para nadie.

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A ratos, la cinta puede resultar pesada y lenta, ya que realmente no ocurre mucho en la pantalla. No ocurre lo mismo con el tramo final, lleno de suspenso y tensión. Las actuaciones son convincentes y la ambientación y recreación del mundo que se nos presenta está muy bien lograda.

Flaquea un poco el guion, con algunos lugares comunes y propuestas un poco obvias, pero en su conjunto Los miserables es un filme bastante correcto y digno representante de una realidad que no se da solo en Francia, sino que ocurre a escala mundial. Cada vez son más las personas que por conflictos o la situación política, económica y social de sus países, buscan mejorar su vida en nuevas tierras, solo para enfrentarse con el rechazo de los locales.

En ese sentido, Los miserables es una cinta actual e importante, una película que nos enfrenta a una realidad que no queremos ver y que, en este caso, plantea la pregunta ¿acaso los personajes de esta historia no son tan franceses como aquellos reyes de la Edad Media? Al fin y al cabo, es en parte y gracias a estos migrantes que hoy forman parte de la sociedad francesa, el país pudo ganar el Mundial de Fútbol en el 2018 como bien lo muestran las primeras imágenes de la cinta. Entonces, ¿por qué para algunas cosas, estos migrantes sí son franceses y para otras, solo son unos miserables? (O)