En otras circunstancias, a nadie se le ocurriría añadir ramas húmedas al fuego, pero en medio de la noche ni siquiera un excursionista sueco se desplaza por un bosque oscuro para buscar madera seca y correr el riesgo de toparse con algún alce enfurecido. En ese caso, es mejor usar la madera que está al alcance de la mano junto al fogón, aunque esté húmeda y desprenda mucho más humo de lo habitual.