En el año 1635 un barco español con 400 esclavos africanos naufragó cerca de las costas de la isla Saint Vincent, ubicada en el Caribe y muy cerca de Granada y Barbados.

Cerca de 200 esclavos sobrevivieron al naufragio y fueron bien recibidos por los indios arawak (arahuacos) habitantes de la isla y por los caribes, que procedían de América del Sur. El mestizaje entre ellos resultó en lo que los europeos llamaron caribes negros, indios negros y luego, simplemente, garífunas.

Los garífunas crecieron en población en dicha isla, que alternadamente perteneció a Francia e Inglaterra, pero en 1793 el líder garífuna Joseph Chatoyer se rebeló contra los ingleses, quienes al tomar nuevamente la isla deportaron en 1796 a 5.000 pobladores, de los cuales solo 2.000 sobrevivieron al viaje por mar, llegando a la isla Roatán, hoy parte de Honduras, el 12 de abril de 1797.

El arte garífuna de Isidra Sabio, zamorana. Foto: Cortesía

Desde Roatán, muchos garífunas se desplazaron a tierra firme, y hoy su colectividad con cerca de 400.000 personas, llamada también garinagu, habita en cuatro países casi siempre a orillas del mar Caribe: Belice, con aproximadamente 15.000 miembros de esta etnia en los pueblos de Punta Gorda y Dandriga; Guatemala, con 5.000 personas en el pueblo de Livingston; Nicaragua, con 2.000 personas en la Laguna de Perlas; pero sobre todo en Honduras, donde viven más de 200.000 garífunas en Roatán y en Tela, La Ceiba, Trujillo y otras 40 comunidades.

Los garífunas, que tienen un idioma propio pero también hablan inglés criollo y español, se dedican principalmente a la pesca y a la agricultura, pero a diferencia de otras etnias conservan y difunden con orgullo y alegría su cultura, costumbres y tradiciones, tales como su gastronomía a base de yuca, plátano, cocos y mariscos, y especialmente sus famosos bailes y su música llamada punta, de la cual la más famosa en el mundo es la canción Sopa de caracol, popularizada por Banda Blanca en 1991.

Tambor garífuna, hecho de madera y una membrana de cuero. Foto: Cortesía

Fue un enorme placer bailar esa fantástica música con los amabilísimos garífunas de Punta Gorda en la isla de Roatán, lugar al que llegaron los primeros de ellos en 1797.

Y es un honor ser amigo y colega de Isidra Sabio, la primera mujer garífuna graduada en la Universidad Zamorano, Honduras, en 1998, quien es además una excelente profesional dedicada a la salud y a la enseñanza en Carolina del Norte, Estados Unidos, y una reconocida pintora de su cultura.

Isidra Sabio es hija de Isidro Sabio Cacho, el primer garífuna graduado en el Zamorano en 1970 y lamentablemente fallecido.

En el año 2001 la Unesco declaró patrimonio cultural inmaterial a la lengua, danzas y música garífuna. (F)