En tiempos de inteligencia artificial emergiendo con fuerza por todas partes, en especial en campos como la literatura, el diseño o la contaduría, amenazando a profesiones y profesionales con máquinas y sistemas informáticos que podrían imitar bien sus trabajos, es imposible no preguntarse si habrá algún algoritmo capaz de desarrollar y hacerle frente al trabajo de una madre.

¿Podrá, por ejemplo, la IA identificar cuando un bebé llora porque tiene hambre, porque su pañal está sucio o tiene sueño? ¿Será capaz de lidiar con un berrinche? ¿Encontrará la forma de saber si el niño está molesto porque quiere el vaso azul o el rojo, o porque ya no quiere ninguno de los dos? ¿Llegará a entender esas primeras palabras de un bebé, que son más un balbuceo, pero que las madres traducimos casi de forma automática para saber si quiere agua, salir a jugar o comer una galletita?

¿Alcanzará ese nivel de detalle que desarrollamos las madres para escanear el estado de ánimo de nuestros hijos con solo una mirada?

La mujer, el trabajo y el derecho a la queja

Probablemente, la inteligencia artificial no reclamará 5 minutos a solas para bañarse o una hora más para dormir, pero seguro alguno de sus sistemas necesitará baterías extras para atender largas noches de enfermedad, resolver problemas matemáticos, preparar la comida y alistar el disfraz que pidieron de un día para otro en el jardín. Todo sin tregua como solemos hacer las madres.

Lo que callan las mamás: nuestra infinita carga mental

Y si bien creo que tenemos mucho en común con la IA, como trabajar 24/7, sin horarios, atender demandas constantes en diferentes disciplinas, procesar a diario enorme cantidad de información (admiración profunda por las madres que tienen más de dos hijos) y mantenerla actualizada según su edad, nuestro trabajo en realidad es irreemplazable. Porque no se trata de hacer todo (con aciertos y errores) y anticiparse a las necesidades de nuestros hijos, se trata de criar con un amor a prueba de todo, con dedicación y con la certeza de que nuestros brazos siempre serán su puerto seguro. (O)