En nuestra cultura latina, los abuelos siempre han sido un soporte en el funcionamiento de las familias y en la educación de los niños. A pesar de que ellos ya cumplieron su tarea educativa y están en una etapa, más bien, de disfrute de los nietos sin la responsabilidad de educar, lo cierto es que las circunstancias familiares hacen que sean necesarios para complementar la labor de los padres, más ahora que las consecuencias sociales y económicas de la pandemia afectan a la mayoría de los hogares y ha descompensado las rutinas y los roles anteriores.

Tener un abuelo cercano puede ser fuente de juegos, cuidado, validación, sabiduría, ternura y mucho más. Tener un nieto a cargo puede ser fuente de amor y reconocimiento y también la oportunidad de educar a un ser querido de mejor forma, esta segunda vez. Es como resarcir errores del pasado con la sabiduría y experiencia del momento presente. Sin embargo, cuando son ellos los responsables de lidiar los hábitos y tareas diarias de los nietos y no solo disfrutarlos o engreírlos, esto puede tener algunas dificultades.

El conflicto de autoridad entre padres y abuelos, los celos por la cercanía afectiva, la angustia del padre o de la madre por sentir que los hijos “no son tan suyos” como quisieran pueden presentarse en esta situación. Cuando los abuelos colaboran en la educación de los nietos, es recomendable que en cada ocasión de conflicto con sus hijos sobre normas, límites u otras disposiciones, dialoguen para llegar a un acuerdo. Cuando el resentimiento, el silencio o la ley de hielo se aplica a los problemas, la relación se distancia cada día un poco más hasta volverse muy distante. No es recomendable discutir delante de los nietos o hablar mal ni de los padres ni de los abuelos, pues se los somete a conflictos de lealtades que ellos no son capaces de manejar.

Debe inculcarse a los nietos que lo que hacen sus abuelos por ellos es un acto de generosidad. No es lo que les corresponde hacer y aunque ellos reciban un apoyo económico de sus hijos, lo cual debe tomarse más como una ley de vida, todos deben mostrar respeto y consideración máxima hacia ellos. No abusar de los abuelos y ayudarlos en la medida de lo posible es una obligación que se debe inculcar. Ser detallistas con ellos, demostrarles cariño con cosas materiales como tarjetas, pinturas, o favores, si fuesen ya nietos grandes, es una de las formas de enseñarles a amar bien a sus abuelos y a vivir la gratitud como una forma de vida, que solo les va a devolver alegrías y bondades por parte de ellos y de los demás. (O)

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