Conservadoramente se calcula que en nuestro país seis de cada diez hogares han sido escenarios de violencia física, emocional o sexual de parte del marido a la mujer. El abuso físico por lo general va acompañado de agresión emocional y, en menor proporción, de ataque sexual. Ocurre con igual frecuencia en la ciudad que en el campo. En no pocas instancias, la agresión de pareja puede tener consecuencias fatales, especialmente en tiempos de crisis en los que el umbral de tolerancia a la frustración se empequeñece y las oportunidades de evitar enfrentamientos se reducen.